La primera semana de octubre de hace 203 años fue decisiva para concretar el noble y gran anhelo de independizar a Guayaquil del dominio español y proyectar ese triunfo a todo el territorio de la Real Audiencia o Presidencia de Quito, base de la actual nación ecuatoriana.

Con el liderazgo de José Joaquín de Olmedo, José de Antepara, José de Villamil, León de Febres Cordero y otros próceres se afianzó en el vecindario porteño el unánime sentimiento que reine aquí la libertad en su esencial significación, a tal punto que eso fue ejemplo de similares hechos en las hermanas ciudades de la patria.

Este suceso histórico no fue espontáneo. Por aquel entonces había descontento entre varios militares y ciudadanos por el manejo de la provincia de Guayaquil por parte de los hispánicos. Es conocido que los planes para concretar la liberación de Guayaquil del dominio de la corona española se dio en secreto.

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Algunos notables guayaquileños estaban involucrados en esa conspiraban contra el poder colonial, pero no encontraban una excelente excusa para reunirse y planificar debidamente la revolución sin despertar sospechas.

La mañana del 1 de octubre, la niña Isabel Morlás, de 13 años, expresó ante sus mayores: “¿Será posible que no bailemos esta noche?” y sin darse cuenta, la ocasión que había esperado Villamil, procurador de Guayaquil, para alistar la estrategia de insurrección, provindencialmente la proponía la niña.

Villamil, siempre juicioso y entusiasta, aprovechó la propuesta de la jovencita y entonces solicitó a su esposa, Ana Garaycoa, organizar una fiesta para atender el pedido de la hija de Pedro Morlás, ministro de las Cajas Reales, pero con el propósito oculto de citar a los futuros próceres.

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A la fiesta llegaron Antepara, Luis Fernando Vivero, Vicente Ramón Roca, Gregorio Escobedo, así como los militares venezolanos Febres Cordero, Luis Urdaneta y Miguel de Letamendi, que estaban de paso por Guayaquil al ser separados del Batallón Numancia por sus ideales independentistas.

Aquella memorable noche dominical el dinámico Antepara lleno de emoción bautizó como la Fragua de Vulcano a la pequeña mesa alrededor de la cual conversaban los dirigentes y complotados sobre los pro y contra de los pasos que se seguirían.

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Como demócrata y amante de la cultura propuso el apelativo en recuerdo del mítico dios del Fuego y del Metal e incluso de las Artes, que necesitaba del fuego para sus obras caso de la fundición de los metales.

Olmedo entonces estaba siendo observado de cerca por las fuerzas realistas debido a sus ideas independentistas, por lo que evitó ir a la reunión para no levantar sospechas sobre la causa libertaria. No obstante, el jueves 5 los patriotas se reunieron en la casa del poeta para consolidar el plan emancipador.

El sábado 7 se esparcieron rumores de que el gobernador Juan Pascual Vivero había descubierto la revolución. A pesar de las dudas de ciertos participantes, Febres Cordero los animó para seguir con el plan.

Ya el domingo 8, el gobernador Vivero ordenó a los granaderos el patrullaje sobre el malecón. Luego de los controles volvieron a los cuarteles. Cerca de las 20:00, Febres Cordero y Damián Nájera, perteneciente a la Brigada de Artillería, acudieron al cuartel de la brigada, ubicada en el antiguo edificio Crillón, en la actual plaza de la Administración. Los casi 250 efectivos del sitio se sumaron a esta causa.

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Dos horas después, los insurgentes se tomaron el cuartel de los Granaderos de Reserva, situado en las actuales avenida Malecón y 10 de Agosto, y también los bajos de la entonces Casa Consistorial, que era la sede del cabildo local.

Urdaneta y Antepara se tomaron la Batería de las Cruces, en el sur de la ciudad. Luego acudieron hacia el cuartel de la Escuadra Daule, en el que murió Joaquín Magallar, jefe del batallón.

Al borde de la medianoche, los patriotas apresaron a Benito García del Barrio, comandante de los Granaderos de Reserva, el batallón más numeroso acantonado en la ciudad. Las tropas se tomaron la vivienda de este jefe militar, en el predio donde hoy se asienta la Biblioteca Municipal, en 10 de Agosto y Pedro Carbo.

Cerca de las 04:00, los revolucionarios se apoderaron del Fortín de la Planchada. A esa hora, el gobernador Vivero ya había sido apresado. Los demás jefes militares de la provincia se entregaron.

Al brillar la aurora gloriosa del 9 de Octubre de 1820, los patriotas gritaron que Guayaquil era libre del Reino de España.

A las 10:00 se conformó una Junta de Gobierno, compuesta por Gregorio Escobedo, Vicente Espantoso y Rafael Ximena. Entonces fue enarbolada la bandera de Guayaquil independiente, compuesta de cinco franjas horizontales, tres azules, dos blancas y tres estrellas en el centro.

Los patriotas se reunieron en la Casa Consistorial y firmaron el Acta de Independencia. Olmedo aceptó el cargo de gobernador civil de la plaza. Días después, él fue nombrado jefe político y Escobedo, comandante militar.

El poeta y prócer de la independencia José Joaquín de Olmedo (izq.); la Casa Consistorial, donde se firmó el Acta de Independencia (cen.); mapa de la Provincia Libre de Guayaquil (der.).

La independencia pronto se extendió a otros pueblos de la provincia, como Samborondón (10 de octubre), Daule (11 de octubre), Naranjal (15 de octubre). Finalmente el 8 de noviembre de 1820, 57 representantes de todos los pueblos que conformaban la provincia de Guayaquil fueron convocados a Casa Consistorial -donde actualmente se encuentra el Palacio Municipal de Guayaquil- para la proclamación del nuevo estado libre conocido como Provincia Libre de Guayaquil. Olmedo fue electo presidente y se dictó el Reglamento Provisorio de Gobierno a modo de constitución.

Guayaquil le causó una gran molestia a Simón Bolívar por los planes de su independencia

10 de agosto de 1809 ¿independencia o autonomía?

Luego de la reunión de la Asamblea, el 11 de noviembre de 1820, que nombró a José Joaquín de Olmedo como presidente, a Francisco Roca como ministro de lo Interior y a Rafael Ximena como ministro de Guerra, Guayaquil pasó a ser República.

El presidente de la provincia enseguida ordenó la creación de la División Protectora de Quito, ejército encargado de la seguridad de la Provincia Libre de Guayaquil y de independizar a los demás pueblos que conformaban la Real Audiencia de Quito, entre estos Cuenca y Quito, un proceso que se concretó el 24 de mayo de 1822 con la batalla del Pichincha. (F)