Sentir que la velocidad está en tus pies, el viento sobre tu rostro, mientras que la ciudad y sus transeúntes se muestran como diapositivas a tus costados. Así es el patinaje. La gente aparece y desaparece tan rápido como la fuerza que inyectes a las piernas. Pronto el cuerpo va encontrando su balance, el equilibrio entre la izquierda y la derecha y el camino que se descubre frente a ti parece infinito. ¿Saltar? ¿Trepar? ¿Una vuelta? Todo dependerá de tu habilidad, pero quizás es lo más cercano que un humano pueda sentirse como Flash, el superhéroe.