El “dolor de hígado” es una expresión que usan las personas para describir una sensación aguda y dolorosa en el abdomen. El hígado no tiene la capacidad de experimentar dolor debido a que no cuenta con terminaciones nerviosas; entonces, este malestar puede estarse produciendo por otra razón, explica el portal Ámbito.
Estas molestias en muchas ocasiones se generan a causa de una mala alimentación o por consumir comidas que no están bien preparadas e incluso por intolerancias; por ende, aunque muchos piensen que se trata de un “ataque de hígado”, realmente están teniendo un problema digestivo.
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¿Qué se siente al tener un “dolor de hígado”?
El Clarín afirma que cuando alguien cree que está teniendo dolencias hepáticas, realmente siente dolores, malestar digestivo, inflamación en la parte superior derecha del abdomen, dolor de cabeza, distención o inflamación abdominal y náuseas, sensación de amargura en la boca, mareos, vómitos y decaimiento en general.
¿Qué origina el problema digestivo?
Este malestar proviene de la vesícula o del intestino grueso (el ciego y el colon). El hígado se encarga de producir la bilis que es depositada en la vesícula, por ende, esta reenvía esa bilis al intestino durante el proceso digestivo para que se encargue de disolver las grasas que están generando las contracciones.
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Si se consumen alimentos grasos y ricos en almidón, la vesícula deberá trabajar el doble al tener que enviar más bilis al intestino para intentar mitigar el aumento de contracciones que se combinan con los gases intestinales y originan la fermentación bacteriana e inflamación.
¿Cuáles alimentos producen “dolor de h+igado”?
Las frituras, los alimentos industrializados que tengan trigo y azúcar refinada como las galletas o el pan blanco, la sal, los aceites y grasas como la margarina; las bebidas alcohólicas, las gaseosas, los jugos industriales, el café, los alimentos y bebidas con edulcorantes, acidificantes, colorantes y conservantes; las comidas que tengan almidón como la pasta, la papa, la batata o el arroz común.
Estos alimentos alteran la composición química del sistema digestivo, por lo que se dificultará la metabolización de los componentes, haciendo que los malestares se confundan con cólicos hepáticos.
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