En lo que respecta a las vitaminas, una de las más conocidas y poderosas es la vitamina C. Este nutriente, además de ayudar a luchar contra resfriados, tiene efectos aún más impresionantes, sobre todo cuando se trata de la inflamación crónica.
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un antioxidante formidable. Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, promueve la cicatrización de heridas y, lo más interesante, sirve para reducir la inflamación, reporta Infobae.
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Beneficios de la vitamina C contra la inflamación
Cuando la inflamación se convierte en crónica, puede traer consigo problemas graves, como artritis o enfermedades del corazón. Aquí es donde la vitamina C entra en acción porque regula cómo responde el cuerpo a estas condiciones inflamatorias.
Un estudio publicado en la revista Antioxidants, reseñado por Infobae, demostró que la vitamina C puede reducir los niveles de ciertas proteínas que contribuyen a la inflamación, lo que deja con un cuerpo más equilibrado y menos propenso a enfermedades.
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Ese mismo medio agrega que la vitamina C combate radicales y modula la producción de citoquinas, proteínas involucradas en la inflamación.
Mientras la Clínica Mayo explica que el antioxidante de la vitamina C “es fundamental para reducir los riesgos asociados con enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide o el asma, al disminuir la activación de sistemas inflamatorios en el cuerpo”.
En cuanto al sistema inmunológico, la vitamina C fortalece las defensas del cuerpo al aumentar la producción de glóbulos blancos, células encargadas de la protección contra infecciones.
Según unos estudios de la Mayo Clinic, también aumenta la cantidad de estas células, a su vez mejora su desempeño. Esto significa que puede ser un buen apoyo para combatir resfriados y otras enfermedades.
¿Qué cantidad de vitamina C tomar?
Para los adultos, la recomendación es de aproximadamente 75 mg para las mujeres y 90 mg para los hombres al día. Si están embarazadas o amamantando, es aún más importante, se deben obtener alrededor de 85 mg o 120 mg, respectivamente.
Hay muchas formas deliciosas de incorporar vitamina C. Desde los clásicos cítricos como naranjas y limones, hasta frutas como el kiwi, mango o las fresas. Hay un sinfín de opciones como verduras de hoja verde o brócoli, coliflor y pimientos.
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