La muerte súbita es la aparición repentina e inesperada de un paro cardiaco en una persona que aparentemente se encuentra sana y en buen estado.

De acuerdo a la Fundación Española del Corazón, la principal causa es una arritmia cardiaca llamada fibrilación ventricular, que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada, por lo que deja de latir. Inicialmente se pierde el pulso, luego el conocimiento y la capacidad de respirar.

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La doctora Florencia Meiller explica que las personas en riesgo de padecer de una muerte súbita son: por un lado los lactantes hasta el sexto mes por la denominada “muerte blanca” y, en el otro, los adultos, por enfermedades cardiovasculares, principalmente arterioesclerótica, asociadas a la edad, cargas genéticas y/o un estilo de vida desordenado, es decir, lleva una mala alimentación, poco ejercicio, tabaco.

Prevención

Como primera medida llevar una vida saludable: no fumar, controlar el tipo de alimentación, el peso y hacer ejercicio físico. Es ideal realizarse un chequeo cardiológico antes de iniciar la práctica de una actividad física y repetirlo en el plazo que su médico lo indique. De este modo se pueden detectar y prevenir alteraciones que pueden desencadenar un episodio de muerte súbita.

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Estos exámenes son obligatorios para todas aquellas personas que van a practicar actividad física o deporte a nivel competitivo o de alto rendimiento. Al hacer ejercicio se libera adrenalina que actúa como disparador de problemas cardíacos que hasta ese momento podían ser silenciosos.

Tratamiento

El único tratamiento efectivo para detener la muerte súbita es la desfibrilación precoz, que consiste en una descarga eléctrica en el corazón mediante palas o parches que tratan de reiniciar la actividad del corazón. Si no se dispone de un desfribilador cercano, se puede internar una reanimación cardiopulmonar en la que se aplica un masaje cardíaco y respiración boca a boca. (I)