Antes de la pandemia, se estimaba que el 40 % de los ecuatorianos tenía sobrepeso y el 22 % obesidad. “Probablemente, en estos años, esto se duplicó; hemos visto un aumento en la frecuencia de los pacientes que llegan a la consulta con mayor peso”, dice la doctora Verónica Rosado, especialista en endocrinología y diabetes y asesora nutricional.

Es importante reconocer esto como una enfermedad que no tan solo tiene impacto estético, sino sobre todos los órganos. Y uno de los factores de riesgo para adquirir sobrepeso es la mala calidad del sueño. “Los pacientes que no duermen correctamente son más propensos a ganar peso”.

En la entrevista con el médico de cabecera o el endocrinólogo, usted podrá poner en claro los hábitos que lo ponen en peligro. Además, un examen físico le dirá qué otros problemas de salud lo están aquejando, y recibirá un plan nutricional, recomendaciones de actividad física, así como fármacos, de ser necesario. También tendrá supervisión de la pérdida de peso en los siguientes meses.

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Foto: El Universo

“Los fármacos suelen estar destinados al control de la ansiedad que puede provocar la obesidad”, explica la doctora Rosado. “Es un tratamiento de visión múltiple, el endocrinólogo, el nutriólogo y el psicólogo”.

Si usted se adapta correctamente a su nuevo plan de alimentación y actividad física, verá cambios a corto plazo en las medidas (tal vez antes de que en el peso corporal total). ¿Cuánto peso sería ideal y saludable perder? La especialista señala un punto de equilibrio. “Un kilo menos al mes es un gran resultado. Diez kilos al año es todo un éxito”.

Porque el objetivo es que el cambio sea permanente, y para que se refleje en lo físico, debe empezar por lo mental. “Un giro en la mentalidad, en la forma de alimentarnos”.

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No lo vea como una dieta. No lo es, asegura Rosado. “Las dietas son para personas que tienen alteraciones específicas del tracto gastrointestinal. Lo que usted tendrá es un plan de alimentación saludable y cambios básicos en su forma de vida que se verán en el peso”.

  1. Deje de tomar jugos de cartón y naturales. Consuma la fruta entera, tres o cuatro al día, distribuidas. “Los jugos no son saludables. Son hipercalóricos y elevan la cantidad de azúcar en sangre. Aunque no añada azúcar, las frutas tienen suficiente”. Tomar un jugo de naranja no equivale a comerse una naranja, sino tres, menos la parte necesaria para el buen tránsito intestinal, la fibra, que suele desecharse al preparar el jugo. Beba agua o té.
  2. Despídase de las coladas, bebidas con harina muy consumidas por los niños y los adultos mayores.
  3. Reestructure el almuerzo para que los vegetales compongan al menos la mitad del plato, y para que haya un solo plato. El arroz y la sopa deben alternarse. “Las sopas son hipercalóricas por su mezcla de harinas y granos. Si le gusta la sopa, el segundo plato va sin arroz, con vegetales y proteína a la plancha, al horno o hervida”.
  4. Evite comer harinas en la noche (arroz, pan, plátano verde). Limítese a proteínas y vegetales. Esto le ayudará a mantener la pérdida de peso en el tiempo. (I)