Un ardor en la “boca del estómago”, vómito y malestar general persiguen a Laura Díaz, secretaria de 34 años, desde la juventud. Trata aún de aprender a “convivir” con el reflujo gástrico. Para ello lleva una dieta y se priva de varias situaciones, como ir a celebraciones o restaurantes, para no ser sorprendida por una “crisis”, como le llama.