La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por producir altos niveles de azúcar en la sangre; en ese sentido, el hígado es uno de los órganos con mayor protagonismo para regular estos niveles, de modo que si no funciona, puede traer consecuencias graves para la salud, ya que, según Ámbito, puede contribuir a la resistencia a la insulina, algo que puede determinar el desarrollo de la diabetes tipo 2.

¿Por qué la manzana es buena para la diabetes y el hígado?

Esta fruta tiene una gran composición nutricional, de hecho, un estudio publicado por National Institutes of Health halló que tiene una combinación única de fibra y antioxidantes, algo que le viene muy bien a las personas con diabetes.

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En promedio, una manzana mediana aporta 27 gramos de carbohidratos, de los que 4,8 gramos son fibra, un nutriente importante en el trabajo de ralentizar la absorción de azúcares y prevenir los picos glucémicos.

En otro estudio, investigadores encontraron que los polifenoles que contiene se encargan de regular el metabolismo de la glucosa, lo que sirve para mantener los niveles estables de glucosa en la sangre y proteger las células hepáticas contra el daño oxidativo, explica La Nación.

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Asimismo, los flavonoides que se encuentran en la cáscara de la manzana también pueden inhibir el desarrollo de células cancerígenas en el hígado, un hallazgo que puede interesar a pacientes diabéticos, ya que tienen más riesgo de sufrir complicaciones hepáticas.

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Beneficios de la manzana en diabéticos

  • Su consumo genera un incremento gradual y controlado de azúcar en la sangre.
  • Puede ayudar con el control de peso, que es un factor crucial para pacientes diabéticos.
  • Reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, ya que sus componentes optimizan el metabolismo de la glucosa.
  • Favorece la desintoxicación natural del organismo y la eliminación de toxinas al combinar fibra soluble y fitonutrientes. Esto beneficia al hígado.

Especialistas recomiendan consumir la fruta entera y evitar los jugos, pues carecen de la fibra necesaria para regular la absorción de azúcares.

(I)

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