Durante el verano, los viajes en diversos medios de transporte, como aviones, trenes, autobuses y automóviles, aumentan significativamente y suelen ser más largos en comparación con el resto del año, especialmente hacia destinos vacacionales. Este incremento en la duración de los viajes eleva el riesgo de desarrollar una condición conocida como ‘síndrome del viajero’ o “trombosis del viajero”.