El término COVID persistente o prolongado, según la definición realizada por expertos, se refiere a los síntomas que se producen en personas con antecedentes de infección probable o confirmada de COVID-19, generalmente tres meses después del inicio, que duran al menos dos meses y no pueden explicarse con un diagnóstico alternativo.
Este síndrome se caracteriza por la continuación de síntomas semanas o meses después de la infección inicial, o por la aparición de síntomas tras un tiempo sin ellos, entre cuatro y doce semanas. En muchas circunstancias los síntomas se solapan con las secuelas, lo que incrementa la prevalencia.
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Se han descrito múltiples síntomas que pueden fluctuar o persistir en el tiempo, empeorar con el esfuerzo físico y mental y provocar limitación de la capacidad funcional.
Los más frecuentes son:
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- Cansancio
- Malestar general
- Dolor muscular y articular
- Mareos
- Fiebre
- Trastornos del sueño
Entre los síntomas respiratorios, los más comunes son tos y sensación de falta de aire.
También pueden producirse síntomas digestivos, como diarrea, pérdida de apetito y dolor de estómago.
Entre los dermatológicos se encuentran erupciones, caída del pelo y debilidad en las uñas; entre los neurológicos, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, pérdida de gusto y olfato, parestesias y alteraciones del estado de ánimo. También pueden producirse dificultad para tragar, pitidos en los oídos, ojos secos y conjuntivitis, y de tipo cardiovascular, como palpitaciones y cambios en la tensión arterial.
El COVID prolongado tiene un grave impacto en la capacidad de las personas para volver al trabajo o tener una vida social. Afecta a su salud mental y puede tener importantes consecuencias económicas para ellos, sus familias y la sociedad, indica el informe “In the wake of the pandemic. Preparing for Long COVID” de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del Observatorio Europeo.
¿Qué causa el COVID persistente?
El COVID persistente se define como un síndrome heterogéneo que puede ser causado por diferentes factores o por una combinación de factores. Y eso significa que hay más de un tipo de COVID persistente.
“Hay, como mínimo, dos tipos diferentes de COVID persistente: uno se da en pacientes de COVID-19 cuya infección fue tan grave que tuvieron que ser tratados en unidades de terapia intensiva y cuya vida estuvo en peligro. Y el otro tipo puede afectar a personas que tuvieron síntomas de leves a moderados”, explica a DW Joachim Schultze, del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE). La forma más grave de COVID persistente es causada por el daño orgánico múltiple.
Nervio vago
Algunos de los síntomas relacionados con el COVID persistente podrían estar vinculados con los efectos del virus SARS-CoV-2 en el nervio vago, uno de los nervios multifuncionales más importantes del cuerpo, según indica un estudio piloto y observacional sobre este aspecto, encabezado por Lourdes Mateu, del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona (España).
El nervio vago, que se extiende desde el cerebro hasta el torso y llega al corazón, los pulmones, los intestinos y varios músculos, es responsable, entre otras muchas funciones, del control del ritmo cardiaco, el habla, el movimiento de los alimentos a través de los intestinos y la sudoración.
Los autores proponen que la disfunción del nervio vago (DNV) mediada por el SARS-CoV-2 podría explicar algunos síntomas del COVID persistente, como la disfonía (problemas de voz), la disfagia (dificultad para tragar), los mareos, la taquicardia, la presión arterial baja y la diarrea.
Los hallazgos, hasta ahora, “apuntan a la disfunción del nervio vago como una característica fisiopatológica central del COVID persistente”, señalaron los autores del estudio en un comunicado de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (Semcei).
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“La mayoría de los sujetos con COVID persistente que presentaban síntomas de disfunción del nervio vago tenían una serie de alteraciones estructurales y/o funcionales significativas y clínicamente relevantes en el nervio vago, incluyendo su engrosamiento, problemas para tragar y síntomas de alteración de la respiración”, escriben los autores. (I)