El comportamiento problemático en niños y adolescentes responde a motivaciones distintas, propias de cada etapa del desarrollo. Su malestar emocional está relacionado con factores individuales, familiares o de contextos sociales complejos.
En la adolescencia, predomina la influencia de la presión social, la búsqueda de identidad, dificultades en la regulación emocional y gestión de conflictos, esto acompañado de creencias normativas que reducen la percepción del riesgo asociado al consumo de sustancias psicoactivas.
Así lo refiere la psicóloga clínica Diana Murillo Zúñiga, jefa de la Unidad de Conductas Adictivas del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia. “Atiendo adolescentes que consumen sustancias psicoactivas, incluido el alcohol, quienes suelen presentar episodios de atracones de consumo que se caracterizan por una ingesta excesiva en un corto período”, dice la especialista.
Los pacientes que acuden a su consultan oscilan entre los 15 y 17 años. En muchos casos, el consumo experimental se inicia entre los 12 y 13 años, lo que evidencia una progresión desde la curiosidad hacia un consumo más riesgoso en la adolescencia tardía.
Es vital diferenciar entre consumo experimental, problemático y adicción, afirma la psicóloga, dado que las conductas de consumo suelen ser transitorias, vinculadas a la exploración, búsqueda de identidad e influencias del entorno.
Advierte que, desde una perspectiva ética y profesional, es fundamental evitar la patologización apresurada de estas conductas, evaluándolas dentro de su contexto y con sensibilidad, el enfoque debe centrarse en la comprensión y el acompañamiento, sin incurrir en diagnósticos precipitados.
“Padres, docentes y cuidadores tienen la responsabilidad de buscar orientación profesional ante comportamientos preocupantes, garantizando una intervención adecuada que identifique las causas subyacentes”, añade la psicóloga.
Conductas suicidas
Otra problemática en la sociedad actual es la conducta autodestructiva en algunos niños y adolescentes, que puede derivarse de episodios depresivos graves solos o comórbidos con trastornos de la conducta alimentaria (TCA), trastornos del control de impulsos, trastornos de estrés postraumático, trastornos de ansiedad, entre otros, comenta la Dra. Paola Escobar Massuh, especialista en Psiquiatría y Salud.
En el Área de Vida del Instituto de Neurociencias, donde la Dra. Escobar es psiquiatra tratante, atiende adolescentes desde 12 años que ingresan por presentar conducta suicida, sean pensamientos, planificación o intentos de suicidio, así como autolesiones sin intencionalidad suicida. “Nos basamos en la teoría multicausal de las enfermedades mentales en donde el componente biológico juega un papel importante en la génesis de estas patologías. Se trata de la alteración en la producción, función y disposición de los principales neurotransmisores que regulan el comportamiento humano como son la dopamina, noradrenalina y serotonina”, añade la psiquiatra.
Pero, ¿qué lleva a un menor a querer potencialmente agredirse? La psiquiatra comenta que inevitablemente hay que remitirse al neurodesarrollo, “un proceso dinámico de interacción entre el niño y su entorno; resultando la maduración del sistema nervioso y con ello el desarrollo de las funciones cerebrales, por lo tanto, a los rasgos de la personalidad”.
Dicho desarrollo se puede afectar desde la vida intrauterina del niño y en el primer año de vida por enfermedades de la madre, consumo de sustancias, parto prematuro, bajo peso al nacer, sufrimiento fetal. A medida que va creciendo la presencia de enfermedades infecciosas, desnutrición, maltrato (psicológico, físico y sexual), abandono, entre otros, “este niño/adolescente tendrá mayor predisposición y vulnerabilidad para padecer no solo depresión, sino otros trastornos mentales como son el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), Trastorno del Espectro Autista (TEA), Trastornos del Aprendizaje y Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
Terapias
Las terapias biológicas con medicamentos aprobados por la FDA para niños y adolescentes son parte del tratamiento junto al acompañamiento psicoterapéutico y el uso de nuevas herramientas como terapia con realidad virtual, ocupacional para el desarrollo de habilidades, deportes, arte, etc. “Es importante visibilizar la problemática y enfrentarla, cerrar los ojos ante lo evidente hace más daño que la propia enfermedad. Si buscamos ayuda y tratamiento a tiempo evitaremos consecuencias irreversibles”, concluye la Dra. Paola Escobar.
Recomendaciones para padres:
• Escuchar sin juzgar. Esto fortalece la confianza con los hijos.
• Establecer límites claros proporciona estructura y seguridad.
• Utilizar refuerzos positivos para fortalecer los vínculos en lugar de aplicar castigos severos, que pueden provocar rebeldía.
• Promover actividades recreativas, deportivas o artísticas canaliza su energía hacia espacios saludables y reduce su exposición.
• Modelar hábitos saludables en el hogar, incluyendo un manejo adecuado del estrés y la resolución de conflictos.
• Prestar atención a cambios tempranos en el comportamiento, como alteraciones en el estado de ánimo o aislamiento social.