Inseguridad, delincuencia, inestabilidad económica, desastres naturales, suspensión de electricidad... Estos temas (y seguramente otros más) están agobiando a los ecuatorianos actualmente. Es una realidad que estas situaciones afectan el bienestar emocional de la sociedad ecuatoriana.
A menos de un mes para que finalice el año y empiece otro, vale la pena recordar que no es tarde para cuidar el bienestar psicológico en estos momentos. No como una necesidad, sino una inversión crucial para la recuperación y la construcción de un futuro más estable.
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¿Es posible afrontar las crisis y adversidad con actitud positiva?
El 10 de octubre se recordó un nuevo día mundial de la salud mental, definida como un estado de bienestar en el cual el individuo puede afrontar la dificultades normales de la vida; trabajar de forma productiva; ser consciente de sus propias capacidades; y ser capaz de hacer una contribución a su comunidad, explica el Ministerio de Salud Pública en una infografía en su sitio web. Justamente en ese marco, la entidad informó que la red de servicios de cuidados en salud mental ha registrado un incremento en las atenciones a diversas problemáticas de salud mental a nivel nacional: 842.185 atenciones en 2022; 934.126 en 2023 y, hasta esa fecha, ya se cuenta con 700.918 registros.
Buscar apoyo emocional en medio de los prejuicios
Aunque a breves rasgos parece que más personas buscan la consulta en salud mental, un desafío al que aún se enfrenta el país son los prejuicios alrededor de este tipo de cuidado, lo que desanima a muchos a buscar ayuda. Entre las creencias más comunes que afectan el bienestar psicológico están frases como “ir al psicólogo es para los locos” o “antes no existían psicólogos y todos salían adelante”. Este tipo de estigmas tan arraigados socialmente impide que quienes sufren en silencio puedan tomar el paso crucial de buscar apoyo profesional, en especial cuando se suman los problemas descritos al inicio de este artículo.
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El resultado: la incertidumbre por los racionamientos de energía, complicaciones salariales, laboral o académicas, conflictos sociales terminan exacerbado condiciones preexistentes de ansiedad y depresión, sostiene la psicoanalista Soledad Ríos. “Muchos de los pacientes que llegan a consulta reportan dificultades para organizarse, sentir que no logran cumplir con sus responsabilidades, y tienen una constante sensación de inseguridad y agotamiento mental. Esto provoca sentimientos de desvalorización, lo que empeora su estado anímico y genera más aislamiento social”, señala la especialista.
La implementación de un programa integral de apoyo emocional puede ser decisiva para el bienestar de los colaboradores en las empresas, por ejemplo, generando espacios seguros y confiables en los que se pueda hablar de estos temas sin miedo y con total apertura. “Así como existe el médico ocupacional, las empresas podrían contar con la asistencia de un psicólogo o, al menos, realizar convenios con profesionales externos”, sugiere Ríos.
Además, actividades de esparcimiento y estrategias para evitar la sobrecarga o el temido “burnout” son medidas necesarias para asegurar un equipo de trabajo sano y productivo. Muchos colaboradores temen compartir sus dificultades personales por miedo a represalias. Contar con programas de apoyo en el trabajo no solo beneficia al individuo, sino también a la productividad y ambiente laboral en general.
Recursos para el manejo del estrés emocional durante las crisis
Un viejo adagio dice “no puedo cambiar el viento, pero puedo ajustar mis velas para llegar a mi destino”, atribuido al cantante estadounidense Jimmy Dean. Con el tiempo, esa frase se convirtió en el popular dicho “no puedes controlar lo que pase a tu alrededor, pero sí cómo reaccionas ante ello”.
Para muchas filosofías y corrientes psicológicas este pensamiento es un pilar crucial en la salud mental. Tal vez muchas cosas no podemos controlar de la situación actual del país (como la falta de lluvias que ha provocado los racionamientos de energía eléctrica, por ejemplo), pero sí podemos y debemos cuidar de nuestro bienestar y buscar el apoyo necesario si lo amerita, para enfrentar mejor los desafíos que vivimos actualmente.
La empresa prestadora de servicios de salud y bienestar Metrohumana acaba de compartir una serie de recomendaciones claves a favor de la salud mental:
- Mantener una comunicación activa. Conversar con familiares, amigos o grupos de apoyo puede favorecer a sentirse menos aislado. Las relaciones sociales proporcionan un sentido de pertenencia y apoyo emocional.
- Practicar técnicas de respiración y relajación. La meditación, el yoga y los ejercicios de respiración profunda son efectivos para mitigar el estrés. Estas técnicas ayudan a calmar la mente y el cuerpo, promoviendo una sensación de tranquilidad.
- Enfocarse en lo que sí se puede controlar. Realizar acciones positivas que estén al alcance, como participar en actividades de concientización ambiental. Hacer algo proactivo puede ofrecer una sensación de control.
- Buscar apoyo profesional de ser necesario. Si siente que ya no puede manejar la carga psicológica debido a las afectaciones en Ecuador, no dude en buscar ayuda. con profesionales que provean herramientas adicionales para lidiar con el estrés de manera efectiva.
Cortes en las rutinas de los adultos mayores
Los adultos mayores suelen tener rutinas para acostarse, levantarse, comer, recrearse. Cuando se los saca bruscamente de ese esquema se genera un desfase mental y emocional, pues la capacidad de adaptación está disminuida, dice la médica internista y geriatra Gabriela Altamirano.
“Vemos ansiedad, depresión, acentuación del deterioro cognitivo. Se pierde la noción del tiempo, se descoordina el ciclo del sueño”. Las actividades de recreación y socialización se suspenden. No hay televisión ni música. Hay más aislamiento.
Algo similar sucede cuando un paciente con un diagnóstico como el alzhéimer, que está acostumbrado a su casa, empieza a recibir cuidados rotativos en los hogares de sus familiares según la disponibilidad de ellos. “Se desorientan, no saben dónde están”.
La edad afecta los sistemas del cuerpo y nos vuelve vulnerables, por ejemplo, los ojos se adaptan a los cambios de iluminación de forma más lenta. “Esto puede hacer que suframos una caída al entrar a un ambiente oscuro”.
Altamirano explica que el adulto mayor sufre más al estar en constante alerta. “Se afecta el sueño. Hay quienes dormían a determinada hora, pero tienen un corte de luz dos horas antes y sus cuidadores les adelantan la hora de dormir. Mientras más temprano los acuestan, más temprano se despiertan, cuando la familia aún está dormida y no hay quien los atienda”.
Nota un incremento en los temores y en la medicación. “Y todo medicamento tiene efectos adversos”. La especialista aconseja buscar la integración familiar, recrear un ambiente lo más cercano a la normalidad. “No podemos obligarlos, pero sí animarlos a hacer alguna actividad y a que acudan a sus consultas”. (F)