Tengo 46 años y no sé quien soy. Sé quien era hasta hace seis años. Estaba estudiando mi doctorado en el exterior, era docente universitario, profesionalmente destacado y reconocido. Logré una muy buena estabilidad económica y profesional, aunque en el plano personal tuve pocos amigos y no pude formar una familia, a pesar de haber tenido muy buenas novias. He estado en tratamiento psiquiátrico y psicológico por casi 20 años con profesionales de calidad y durante varias etapas las cosas parecieron estabilizarse. La problemática empezó cuando tenía 27 años, con trastorno del sueño y ataques de pánico. El origen sería el abuso sexual que sufrí desde los 6 hasta los 14 años, tema de lo cual no hablé hasta los 34. Todo se descontroló a los 40, cuando mi padre sufrió unos infartos cerebrales. Vivíamos los dos solos, éramos muy unidos. Perdí mi estabilidad mental y emocional, se dañaron completamente mis relaciones familiares, sociales y laborales. No laboro desde hace dos años, perdí toda la capacidad profesional y de concentración; el dinero se agotó. Fui diagnosticado con depresión recurrente en remisión y riesgo de depresión bipolar. Llegué a tomar hasta seis medicamentos diferentes prescritos por mi psiquiatra, sin embargo no resultaron. En plena pandemia abandoné todo y decidí desconectarme complemente, luces, teléfonos, internet, y me recluí. Esto hasta hace casi dos semanas que mi tía me sorprendió una mañana y ya no pude esconderme más; me pidió que me fuera con ella, y para mí fue difícil aceptar la ayuda. Mi último diagnóstico es trastorno de depresión mayor crónico y distimia. Tan solo quisiera encontrar un camino. ¿Por dónde empezar? Antes yo era otra persona, sonreía, tenía intereses y distracciones y practicaba deportes. Ahora solo hay vacío y una casi nula capacidad de expresarme y demostrar o sentir emociones.