Con el mismo nombre y al haber trabajado en la misma casa televisiva, algunos podrían señalar que el periodista Alfredo Pinoargote Quiroz construyó su carrera a la sombra de su padre, el abogado y diplomático Alfredo Pinoargote Cevallos, también columnista y director de programas de opinión en Ecuavisa.
Pero lo cierto es que la génesis de la trayectoria periodística de Pinargote Quiroz difiere mucho de la labor que hacía su progenitor, fallecido en el 2022. Mientras el hijo empezó incursionando en el periodismo deportivo, el padre ocupaba cargos como embajador ante la Unión Europea y las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza.
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“Inicié el periodismo de forma indirecta, en el año 1993, cuando vivía en Ginebra. Mi papi era embajador en ese país y tuve la propuesta de ser el corresponsal en Europa de revista Estadio. Entonces enviaba mis artículos desde Suiza hasta Guayaquil. Mi primer artículo publicado salió el 21 de marzo del 93″, recuerda. Estaba por cumplir 13 años de edad.
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Ese trabajo continuó hasta el 2006, tres años después de haber regresado a Ecuador, cuando el servicio diplomático del padre había culminado. Aunque se convirtió en redactor de planta, Alfredo nunca se vio como un periodista exclusivamente volcado a lo deportivo. Así se lo probó cuando se le ocurrió la idea de Panorama Internacional.
“Tuve la idea de hacer este programa, porque yo no me veía a mí toda la vida solamente haciendo una cosa, que era hablar de fútbol y deportes. Es tan lindo el periodismo. En mi día a día tengo que estar pendiente de lo que pasa en Estados Unidos con Donald Trump, y luego de la gira de Shakira, por ejemplo. He podido entrevistar a celebridades de todo el mundo, Steven Spielberg, Ed Sheeran, el grupo Maná, Chayanne. Es tan grande el abanico que yo quería aprovecharlo al máximo”.
Tal vez hubiera tenido unos zapatos difíciles de llenar si en efecto seguía el mismo camino de su padre, que justamente le sedujo en un comienzo. “Lo que más me molesta en la vida es el racismo y la discriminación. Mi idea era estudiar ciencias políticas sociales y de ahí, eventualmente, hacer un masterado de periodismo. Sin embargo, las cosas se dieron de forma que me regresé a Ecuador con mis padres, porque quise estar con ellos, acompañarlos, y no quedarme en Europa con mis hermanas. Cuando volví, ingresé a la U y opté por periodismo internacional”.
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¿Así que no se considera un nepo-baby?, le preguntamos, en referencia al término que surge para cuestionar el éxito de una persona cuando es hijo de alguien reconocido o famoso. Alfredo esboza una sonrisa. No, claro que no, recalca sin cambiar el ánimo. Pero no es ajeno a dicha crítica.
“En la pandemia del coronavirus lamentablemente el programa en el que yo estaba, Estadio TV, salió del aire y todos los compañeros perdieron su trabajo, el departamento de deportes de Ecuavisa desapareció. Entonces se le ocurrió a una periodista poner en un titular ‘Sale del aire Estadio TV. Despidieron a todos, menos a Pinoargote’“.
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En ese momento Alfredo leyó y escuchó comentarios que lo llamaban ‘palanqueado’ o ‘hijo de papi’, recuerda, pero no le molestó. “Si no me botaron a mí es porque tenía mis programas, Panorama Internacional y Entre Flashes, que nace en el año 2013, porque me pareció interesante hacer un programa exclusivamente de noticias del espectáculo. Tiene excelente sintonía, yo lo dirijo y lo produzco, y lo conduce Nicole Rubira (cantante), que hace un gran trabajo”.
Discapacidad y deporte
Alfredo Pinoargote Quiroz tiene un tono relajado para conversar y responder cada pregunta, pero cuando se ejercita es enérgico y altamente motivado. Sus redes sociales lo delatan: es un gran apasionado del fitness y asegura que todos los días hace ejercicios, desde que tiene 17 años (y por la cantidad de videos que sube, parece decir la verdad). “Nunca he dejado de ir al gimnasio, me encanta. La rutina básica para mí es flexiones de pecho, sentadillas y abdominales”.
Ese hábito saludable lo resguarda en esta etapa de su vida. Llegando a la adultez le diagnosticaron el síndrome de Charcot-Marie-Tooth, un trastorno genético, neurológico y hereditario. Con dos hermanas, es el único de su familia con la enfermedad. Su madre, fallecida en el 2018, también la tuvo.
“Mis extremidades son muy débiles, tanto en manos como pies hay nervios que no funcionan, que no están activos. Mis tobillos son muy frágiles, soy muy propenso a que se me tuerce el pie”. De hecho, evoca, sus padres se dieron cuenta de que tiene esta condición porque cuando jugaba fútbol de adolescente, siempre se torcía el tobillo.
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El examen para determinar la enfermedad se llama electromiografía. “Te ponen en el pie agujas y mandan descargas eléctricas para comprobar que el nervio reacciona o no reacciona”. Por la debilidad en las manos, agrega, casi no puede escribir consistentemente, llenar una papeleta de depósito en un banco es una odisea, como abotonarse. Cualquier actividad que requiera motricidad fina.
Sin embargo, añade, su filosofía es “luchar contra la palabra discapacitado, somos personas con discapacidad. Tengo discapacidad para hacer ciertas cosas, pero tengo la capacidad para hacer un sinnúmero de cosas más”. Por eso quiere concientizar a sus seguidores de que nada es imposible.
Por lo pronto sus hijos José Alfredo (11) y José María (10) no muestran señales del síndrome. Igualmente les encanta el fútbol como su papá. A pesar de que Alfredo ya no juega este deporte por precaución (un tropiezo o una zancadilla podrían ser peligrosas), se da el gusto de disfrutarlo con ellos. A eso se refiere con que nada debería ser imposible para quienes afrontan esta condición. Por eso hace terapia además hace terapia ocupacional.
“Cuando estaba en el Liceo los Andes jugaba fútbol, hacía muy buenos goles, sobre todo era buen cabeceador. Actualmente lo juego con mis hijos en un modo relajado, para divertirme con ellos, pero para mi condición no es muy recomendable jugar con otros adultos por el riesgo de que me pase algo”.
La pasión por narrar
Una de las virtudes del periodista es contar historias. Y en esta era hiperconectada, el periodista lo sigue siendo fuera de su horario laboral, compartiendo e interactuando en las redes sociales. Narrando su día a día o sus pasiones.
Alfredo Pinoargote tiene un canal de Youtube (@alfredjoe80) y entre sus objetivos está su crecimiento y, por supuesto, generar más contenido audiovisual, relacionado con entrevistas, análisis deportivos, noticias, hasta bloopers de sus programas y rutinas de ejercicio. Desde allí también transmite el podcast Mis historias, que originalmente se emite en Spotify.
Al cierre de esta publicación, 49 episodios, o más bien 49 ‘historias’, ha difundido el comunicador. Alfredo abre su caja de recuerdos y, entre esas anécdotas, permite conocer al adolescente que vivió en Suiza, sus choques culturales, sus tropiezos con el racismo, hasta lo más cotidiano en su día a día. Es el Alfredo que no se ve en televisión, para quienes deseen conocerlo.
De vuelta a ese medio, el periodista no puede ocultar la emoción por un hito que está por venir: el programa # 1.000 de Panorama Internacional, que cumple 20 años al aire.
“Quisiera hacer algo diferente. Tal vez hacerlo a diario, pero más corto. Que en vez de ser el domingo una hora, pueda darse de lunes a viernes, por 10 o 15 minutos. Noticias light, chéveres, variadas, que enganchen”.
Este proyecto es su orgullo. “Me encanta que la gente me vea y me feliciten y me agradezcan por ofrecerles este programa que cumple los tres pilares de la comunicación: educar, informar y entretener. Me parece muy importante que un periodista pueda cumplirlos”.
Una de las entrevistas que más atesora en este espacio es la que tuvo con el cantante británico Ed Sheeran. “Yo doy clases de francés y de italiano. Además hablo inglés, francés y un poco de alemán, un poco de portugués. Soy, digamos, políglota. Entonces, en la entrevista con Ed Sheeran, le preguntaba a él sobre su colaboración con Andrea Bocelli, donde canta una estrofa en italiano. Me contó que estaba aprendiendo italiano y ahí comenzamos a conversar en ese idioma”.
Fortalece su legado
A la hora de escoger una carrera, hay dos tipos de padres: los que sueñan con ver a sus hijos en su misma profesión, y los que no. Está claro que lo primero no es el caso de los Pinoargote. Es más, aunque niños todavía, los hijos de Alfredo Pinoargote Quiroz ya tienen una noción de qué les gustaría ser de grandes. Y nada que ver con el periodismo.
A José Alfredo, el mayor, le gustaría ser arquitecto. Alfredo sospecha que puede ser por su afinidad con Minecraft, un videojuego de construcción. Además, tiene un talento muy grande para dibujar, considera. Al menor, José María, le encantaría ser futbolista. Pero también tiene madera de abogado. “Porque es un niño que refuta constantemente, no puede quedarse callado, siempre te da una respuesta para todo. Nos hace gracia”.
Ellos son libres de escoger, puntualiza Alfredo. Pero está seguro de que en ellos, así como en él, se fortalece el legado de su padre, Alfredo Pinoargote Cevallos. No solo en lo profesional, sino también en sobrellevar los desafíos en su salud.
“Mi papi siempre fue un hombre honesto, luchador y perseverante. Él tuvo muchas complicaciones en su salud, le dijeron que nunca más caminaría”. Cuenta que cuando lo operaron del apéndice, y le dieron una pastilla a la cual era alérgico y le provocó parálisis.
Aún así, con bastón o silla de ruedas, “fuimos a miles de estadios de fútbol, caminamos kilómetros y kilómetros ¿Qué mejor ejemplo de lucha, de superación, de esfuerzo que el de mi papi?” (E)