De niños en el campo nos hacían asustar con la leyenda tétrica de la valdivia o halcón reidor (Herpetotheres cachinnans), ya que nos contaban los mayores que cuando en la noche cantaba esta ave que parecía decir: “Hueco va, hueco va” era porque alguien iba a morir y se iba “al hueco”. Y cuando se reía a carcajadas, el susto era peor y había que ponerse a buen recaudo debajo de la sábana si era invierno o debajo de la colcha si era verano.
Siempre pensé que esta era una historia y leyenda solo del campo montuvio del Ecuador, pero hoy me entero de que el famoso escritor español de la época colonial fray Bernardino de Sahagún (1499-1590) en su célebre libro Historia general de las cosas de la Nueva España narraba ya en esa época que los indígenas mexicanos temían muchísimo el canto de esta ave a la que llamaban oactli, y a la que consideraban de mal agüero, y de noche realizaban ritos para espantar los malos espíritus de la valdivia cuando esta se reía tenebrosamente, y de allí su otro nombre de halcón reidor.
La valdivia es un halcón grande de 50 cm de largo, de color blanco con un antifaz negro de bandido en la cara, que vive desde México hasta el norte de Argentina. Se lo ve siempre en pareja, la hembra pone un solo huevo rojizo y su principal alimento son las culebras a las que caza ágilmente, y si es venenosa le corta primero la cabeza y luego se come el cuerpo sin veneno.
Mi abuelo en su hamaca me contaba que si reía la valdivia anunciaba que algo bueno iba a suceder, pero que si cantaba diferente (hueco va) había que salir corriendo.
¡Leyendas campesinas que no olvidaremos! Y por eso mi compadre Gabriel Enrique Paredes Villegas le echó un poema al canto de la valdivia:
Cuando canta la valdivia
Se debe andar muy atento,
Sobre un guarumo subida
Lanzará su canto funesto.
Aquel funebrero canto
Da miedo y recogimiento,
¡Asúntese, compadrito,
Hoy va haber un muerto!
Vaya buscando las velas
Candiles y los mecheros,
¡Que fabrique negro cajón
Er maestro carpintero!
¡Güeco va... güeco vaaaa!
Gritó a los cuatro vientos
Y en la casa más cercana
Hubo llanto y desconcierto.
Murió Venancio Yagual
Un veterano longevo,
Tenía noventa años
Era un vivo monumento.
Echó a volar la Valdivia
Buscado er cielo abierto
Su misión quedó cumplida
Anunció al difunto muerto.
La persona que desee oír los dos cantos de la valdivia lo puede hacer en la página Xeno Canto, colocando solo su nombre científico. (O)