El mendigo y el gurú

Un panadero quería conocer un poco mejor a un gran gurú de su ciudad, así que lo invitó a cenar. El día anterior, el gurú fue a la panadería disfrazado de mendigo, tomó un panecillo de la vitrina y comenzó a comérselo. El panadero vio esto y lo arrojó a la calle.

Al día siguiente, el gurú y un discípulo fueron a la casa del panadero y fueron invitados a un banquete. En medio de la comida, el discípulo preguntó: “¿Cómo se distingue a un hombre bueno de uno malo?”. “Solo mira a este panadero. Es capaz de gastar diez monedas de oro en un banquete porque yo soy famoso, pero es incapaz de dar un pedazo de pan para alimentar a un mendigo hambriento”.

¿Qué escribió?
Un mendigo ciego iba camino a La Meca cuando un musulmán le preguntó si la gente era generosa, como lo señala El Corán.

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El hombre mostró lo que había recibido.
El viajero dijo: - Déjame escribir algo en el rótulo que te rodea. Al tiempo, el viajero regresó y vio al mendigo que estaba sorprendido porque había recibido mucho dinero.

- ¿Qué está escrito en el rótulo?, preguntó el mendigo.
- Todo lo que escribí, dijo el viajero, fue: “Hoy es un hermoso día de primavera, el sol brilla y estoy ciego”.

Actitud cambiante
“Durante un año, da una moneda a cada persona que te ofenda”, instruyó un abad a un joven. En los siguientes doce meses, el joven entregó una moneda a cada persona que lo ofendió o lo molestó. Al final del año, el niño regresó con el abad. Este al verlo le dijo: “Ve a la ciudad y cómprame comida”. Cuando el niño se fue, el abad se disfrazó de mendigo y salió. Cuando el niño se le acercó, el abad empezó a ofenderlo.

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“¡Bueno!”, dijo el niño, “durante todo un año tuve que pagar a la gente que me molestaba o me ofendía, pero ahora me pueden ofender gratis”.

Al escuchar esto, el abad se quitó el disfraz y dijo: “El que no se toma en serio los insultos, va camino de la sabiduría”. (O)