Los psicólogos Juan Carlos Larrea y Libia Ordóñez y los psicoanalistas Carlos Silva Koppel y Jéssica Jara comentan acerca de lo que se puede hacer para evitar la ansiedad, el pánico y otros síntomas psicosociales durante el aislamiento, sea este en solitario o grupal.

Entre los puntos destacan seguir una rutina y adaptarnos a la nueva normalidad. Además, recordar que el aislamiento no es un tiempo estilo “sábado de vagancia”, sino que debe ser distribuido como normalmente llevábamos nuestros días antes.

Buena alimentación

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Las personas se abastecen de más, en caso de tener recursos suficientes. Esta abundancia de comida y también el aburrimiento pueden hacer que se consuman una cantidad de alimentos de que no necesitamos.

Opte por los vegetales y consuma menos azúcares y almidones.

Hay que racionar la comida, pensando en la posibilidad de la extensión de la cuarentena. Además, no comer demasiado y hacerlo equilibradamente.

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Silva, por su parte, destaca que hay que evitar el alcohol. Lo compara a estar en una selva, sin previo aviso. “Tienes que sobrevivir (…) se interrumpe lo cotidiano, piensas en sobrevivir. Y si consumes las drogas (de la selva) no tiene sentido” porque no lo lograrías, dice.

La importancia del aseo

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Más allá del lavado de manos, que ayuda a que el coronavirus se ‘desactive’, hay que entender que el aislamiento implica ya una crisis sanitaria dentro de un hogar, porque estamos allí todo el tiempo.

Un gran porcentaje del polvo de una casa no es más que piel muerta, que botamos en el proceso de regeneración de nuestro cuerpo. Mientras más tiempo estemos en casa, más polvo y piel habrá.

Además, si no limpiamos, mucha gente sufrirá problemas en la garganta, que producen tos seca y podrían confundirse pensando que tienen los síntomas del COVID-19.

Hay que limpiar los baños con más frecuencia, pues los usamos más que antes, cuando asistíamos al trabajo, a las escuelas, etc. Si estamos solos, el polvo y la suciedad de los baños no se notarán tanto, pero en familia será mas evidente.

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Limpie los baños con más frecuencia que antes del aislamiento.

Larrea cuenta que una de las personas que se percató el vínculo entre la salud, los procesos de mejorías y el aseo fue Florence Nightingale, la primera enfermera profesional, durante la Guerra de Crimea, en 1855. Su trabajo fue decisivo para que se creara la Cruz Roja Británica, en 1870.

Aseo personal

Así como limpiamos la casa, es igual de importante el aseo personal. Una de las primeras cosas que empieza a hacer una persona que está triste o ansiosa es dejar de bañarse y de cambiarse de ropa. El aseo incluye cuidar nuestras uñas, cabello, y demás partes del cuerpo.

Baños de sol

Durante la plaga de 1920, mantenían a los enfermos encerrados en carpas, sin ver mejorías, cuando los sacaron al aire libre, su salud cambió para bien. Según estudios científicos, este fue uno de los fenómenos que ayudaron a descubrir cómo la vitamina D y recibir sol era beneficioso para nuestro sistema inmunológico.

Si no puede salir a un patio, puede recibir la luz del sol desde una ventana.

Si el cuerpo no recibe sol, se enferma. Aunque estemos encerrados, cada mañana hay que tomar sol de 10 a 20 minutos, en el patio, jardín, terraza o una de las ventanas de la casa. Si el sol no llega hasta su lugar de aislamiento, puede salir con las debidas precauciones sanitarias a un espacio en donde se sientan los rayos del sol, por pocos minutos.

El contacto y la tecnología

“La soledad es terrible y puede hacerte daño”, dice Larrea. Por ello, y más si estás solo en casa, las interconexiones son primordiales durante este periodo de tiempo, que puede alargarse más allá de la fecha que dieron las autoridades.

Lara añade que la soledad agudiza los síntomas que ya teníamos, angustias que nos acompañan desde antes.

Debemos explotar el uso de la tecnología a nuestro beneficio, para tener interacción social, pues somos seres sociales. Usar las redes sociales (como Whatsapp, Skype, Zoom, Houseparty, Instagram o Facebook) para conversar, compartir con nuestros amigos y familiares.

Sin la tecnología -no solo la actual, sino la que el hombre ha creado hace siglos- volveríamos a ser los cavernícolas del pasado. “Nuestro progreso está evidenciado por los procesos tecnológicos (…) si hubiera un colapso tecnológico hoy estaríamos a nada de volver a la era de Bronce”, explica Larrea.

El esparcimiento

Para lograr esparcimiento, en ambos casos (en solitario y en grupo), hay dificultades, debido a que se paralizaron los deportes a nivel mundial y la vasta población necesita estos eventos para guardar la cordura.

La gente está hambrienta por entretenerse y ver a alguien jugar algo. Por ello, el psicólogo opina que hoy que se puede recurrir a apps como Twitch, en la que hay miles de personas haciendo streaming de sus juegos en línea, tan variados como fútbol y otros deportes, avance de mundos, narrativa, de misterios por resolver, entre otros.

Sobretodo en las masculinidades actuales, dice Larrea, las conversaciones a veces solo giran en torno al deporte. Hay un vacío, que se puede llenar viendo partidos antiguos u otras competencias de distintas disciplinas.

Haga una rutina diaria de ejercicios; hay videos gratuitos de guía en la web.

También es importante hacer prácticas deportivas físicas, una rutina de ejercicios de media hora, mínimo.

Esto no es algo nuevo. El Backgammon es el juego de mesa más antiguo que existe (tiene unos 5000 años) y una de las teorías de su origen es que se creó cerca del territorio en donde hoy se asientan Irak e Irán, y se usaba como distracción en tiempos de sequía y hambruna. El juego hacía que la gente olvide el hambre que pasaba.

Para Jéssica Lara, el humor es el que ha posibilitado más encuentros, por la risa compartida, a través de memes, videos, etc. También recomienda optar por la escritura de nuestras vivencias o pensamientos. “Se están haciendo bitácoras interesantes, singulares y colectivas”, añade.

La importancia de los videojuegos

Una característica de los juegos, específicamente los de video, es que son catárticos y sirven en estos momentos de crisis, dice Larrea. En la actualidad, asegura, se han realizado varios estudios que confirman que los jóvenes violentos tienden menos a serlo cuando se aficionan a un juego que incluye algo de violencia, en un fenómeno que llaman sublimación.

Eso sucede, explica, porque “en la mente humana, en un acto que podría ser concreto, se puede lograr una satisfacción sin concretarlo. En vez de golpear a alguien en persona, juegas Call of Duty”.

Bajar la cantidad de información

Antes de la aparición del COVID-19, estadísticamente el mundo era mucho más seguro que otros tiempos. Pero la cantidad de noticias malas que leíamos nos hacía pensar que no, teníamos la idea de que había más muertes, más inseguridad… Es igual con la información sobre el coronavirus, la sobrecarga de esta aumenta nuestro sentido de impotencia y puede crear cuadros agudos (recientes y no muy prolongados) de ansiedad.

Esto es más complicado si la persona está­ aislada sola. Se recomienda escoger dos o tres medios y evitar estar todo el tiempo leyendo noticias o cadenas de Whatsapp sobre el tema. Tampoco difunda noticias que no sabe si son verdaderas, así evita que los demás entren en pánico.

Se recomienda, además, evitar ver filmes de drama o ciencia ficción de temas similares al que estamos viviendo.

Terapia ocupacional

Hay diferentes culturas que tienen establecido este tipo de rituales, como la judía, que tiene la costumbre de dejar un espacio sin terminar como recordatorio que su pueblo original está en ruinas, de que todo puede ser destruido y todo puede ser arreglado.

Recuerde qué hay que ordenar en su hogar. Si ha pospuesto el arreglo de alguna cosa, es momento de hacerlo. Otro tipo de terapia puede ser remodelar pintar o cambiar de sitio los muebles y otros objetos de la casa. Un tip: pon el sofá cerca de la ventana, para recibir luz.

Entre las terapias ocupacionales está el teletrabajo, sea por internet o por teléfono. Realice esta actividad el mismo tiempo que lo hacía antes de la emergencia.

Otros ejemplos son: actividades artísticas, como tocar un instrumento o escuchar música, dibujar, hacer visitas virtuales a museos, hacer cursos online de arte, etc.

Aislamiento en grupo

Los primeros días de aislamiento se toman como vacaciones, es la etapa ‘romántica’ e incluso disfrutamos de este reencuentro familiar o grupal. Pero si la cuarentena se extiende, lo más normal es que comiencen los roces.

Los que estás más propensos a sentir tensión son los que permanecían más tiempo en casa antes de la cuarentena: las amas de casa o quien estaba a cargo del hogar, porque ya tenían una rutina y de repente, “vienen un montón de invasores y a ellos no les importa esa rutina”, explica Larrea.

Para ello, los especialistas dan consejos como:

-Dosificar las interacciones. Designar un tiempo de socialización y más que nada, un tiempo y un espacio de privacidad para cada persona. Ordoñez recomienda que, si hay espacio suficiente en casa, se designe un área para cada miembro del grupo.

Si en casa no hay suficiente espacio para tener privacidad, unos audífonos o una cortina divisoria bastan para que se crear una pequeña esfera privada y sentir paz.

-Preestablecer reglas de comportamiento. Si se dan peleas entre las personas, el budismo tiene buenos consejos para estos momentos: nos dice que nos observemos, que veamos qué causa nuestra ira para disiparla y que no intentemos demostrarle a una persona que está equivocada. Recuerde que somos seres emocionales, primordialmente, y nuestra primera respuesta nunca será racional, así que intente encontrar un balance.

Ordoñez da un ejemplo: si se molesta con su pareja porque no sacó la basura, realmente no se está molestando por eso, sino porque se siente ignorado y poco importante. Entonces, intente diferenciar lo superficial de lo que realmente siente.

-Meditar ayuda a calmarnos en estos momentos. Podemos hacerlo en grupo o que la práctica forme parte de nuestro tiempo en solitario. La frustración hace que la gente se vuelva irracional. Respire hasta que se disipen las energías negativas.

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Ordoñez explica que el sentimiento contrario al miedo es el amor, y que “ese subir y bajar, del corazón a la cabeza, con noticias malas todo el tiempo hace que nos rompamos”, por ello es importante pausar y meditar.

-Establezca funciones dentro de casa. Se pueden repartir los quehaceres entre los miembros de la familia y no dejarlos en manos de una sola persona.

-No deje que le transmitan el pánico. Es un tipo de problema psicológico de transmisión social. Si vive o se comunica con alguien que tiende a tener estos cuadros, acompáñelo, pero dentro de usted réstele importancia a ese ‘peligro inminente’ que siente el otro. (I)