Hace semanas que una de las principales noticias del mundo es el incendio de algo más de 500.000 hectáreas de la selva amazónica. Unos dicen que los incendios son intencionales y otros que esto pasa todos los años, pero que esta vez lo magnifican para jorobarlo a Jair Bolsonaro. El presidente de Brasil es, cara al resto del mundo, el responsable de la Amazonía y esta es de todo el mundo porque es su principal pulmón (es curioso cómo fuera de nuestra América ni se les ocurre pensar que la Amazonía incluye a por lo menos nueve países del continente, incluida la Francia colonialista). Fue así como entre Bolsonaro, Merkel y Macron se empezaron a enviar mensajes nada diplomáticos sobre la Amazonía, el dinero prometido por Angela Merkel, la mujer de Emmanuel Macron y otras cuestiones difíciles de valorar en esta columna. El punto más fuerte llegó cuando Bolsonaro le dijo a Merkel que los euros que le iba a dar para cuidar la selva amazónica podía metérselos… perdón, que podía usar esos euros para reforestar Alemania, ya que si es cuestión de que haya más selvas, qué importa si es en Alemania o en Brasil…