A Jordi Cruyff, pese a su discreta trayectoria como entrenador, limitada a trabajos sin ningún destaque en China e Israel, prácticamente nadie, desde la prensa deportiva nacional, lo cuestionó por su escaso recorrido cuando fue anunciado como técnico de la selección. Tampoco hubo reproches cuando el neerlandés fue presentado por el presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol como la figura que iba a transformar al balompié del país en “una potencia mundial”. Cruyff, por la pandemia del coronavirus que originó un confinamiento, no dirigió ni siquiera prácticas.