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In extremis: Italia logra agónico empate para asegurar su cupo en los octavos de la Euro 2024

Zaccagni, en el 98', marcó el tanto que aseguró la participación de la Azzurra en la siguiente fase. Croacia deberá esperar si clasifica como mejor tercero.

Mattia Zaccagni (c) fue el auto del empate en el duelo entre Italia y Croacia por la Eurocopa. Foto: EFE

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Aclamado como si fuera un Jesucristo del fútbol por los acalorados aficionados croatas y en la orilla de su probable desaparición internacional, el incombustible Luka Modric rozó la supervivencia a un ultimátum en el que murió tras fallar un penalti, resurgió tras marcar en la siguiente jugada y falleció para siempre con el cruel tanto de Zaccagni en el minuto 98 que clasificó a octavos a Italia y eliminó al combinado balcánico (1-1).

Nunca una despedida fue tan amarga. Si finalmente deja la escena de su selección, Modric habrá dicho adiós de una forma terrible. Desde el banquillo, sustituido al final del encuentro cuando estaba en la siguiente fase, vio cómo Zaccagni, en el último suspiro, sobre la bocina, cuando Croacia aguantaba el 1-0, marcaba un tanto heroico para los hombres de Luciano Spalletti pero definitivo para Croacia.

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Con tres cuartas partes de público croata y apenas un fondo para el italiano, el Leipzig Arena se convirtió en el posible escenario de un crimen. No de un crimen físico, más bien sentimental. Se avecinaba el posible final de Luka Modric, por lo menos en una Eurocopa. Una derrota o un empate dejarían al ‘mago’ balcánico con la pelea contra el paso del tiempo perdida. En la próxima edición, que se disputará en Inglaterra e Irlanda, tendrá 42 años. Quién sabe si aparecerá por el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá. Con Modric, todo es posible.

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Pero no lo parece. Al centrocampista del Real Madrid se le intuye que se le ha agotado el tiempo. Esta temporada rindió en su club a base de jugar ratitos y ante equipos menores. Es cierto que tuvo algún arranque de orgullo y sacó la varita a pasear en alguno de los duelos decisivos de la Liga de Campeones. Aún así, la realidad es dura. No es lo mismo jugar la última media hora ante el Cádiz que partidos de un nivel de exigencia altísimo como a los que se enfrentó su selección en la Eurocopa (Italia y España).

Y además, hasta su aparición decisiva su carácter parecía más amargo. Como si intuyera lo que se avecinaba, aparentemente no fue tan afable sobre el césped. Ofreció algún que otro braceo a sus compañeros y se lamentó en exceso, algo poco habitual en él. Algo fallaba, pero a su afición no le importó lo más mínimo. Por lo menos en la primera parte, en la que fue aclamado ante cualquier detalle. Una carrera, un robo de balón, uno de sus pases desató un “Luka, Luka Luka” por casi todo el estadio.

Sin embargo, Italia tenía las de ganar. El empate, le bastaba para alcanzar los octavos de final. Croacia, debía vencer. Se avecinaba una batalla entre el conservadurismo y la precipitación. O algo parecido. Por lo menos, se intuía; y durante los primeros diez minutos se confirmó que Croacia quería con más ganas el premio de la victoria. De hecho, en ese tiempo, acaparó toda la posesión. El combinado de Luciano Spalletti ni olió la pelota y Susic aprovechó esa rendija de lucidez para sacarse de encima un latigazo desde fuera del área que estuvo a punto de sorprender a Donnarumma, de nuevo muy inspirado.

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Luego, Apareció Budimir, un buen antídoto para buscar asociaciones por el área para que pasara algo que ocurrió pronto con una mano de Fratessi que acabó en penalti. Modric se atrevió, tiró de galones y de ganas de agradar al personal, pero se encontró con Donnarumma, empeñado en sostener a Italia y en amargar a Croacia.

Modric se quedó de piedra, pero sus compañeros reaccionaron al instante y el medio del Real Madrid encontró un poco de justicia poética. Su posible despedida se antojaba tristísima, pero segundos después de su error, Susic se sacó de la manga un centro espectacular que remató Budimir de cabeza. Donnarumma salvó otro remate imposible, pero el rechace lo recogió Modric para marcar y desatar la locura entre los croatas, que encendieron bengalas, lanzaron vasos de cerveza desde las gradas superiores a las inferiores y, en definitiva, se sacaron de encima toda la rabia contenida.

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Entonces, comenzó el asedio, los nervios croatas, y un lento paso del tiempo que parecía correr a favor de Croacia, que cuando ya celebraba su clasificación, se llevó un chasco de dimensiones descomunales. Zaccagni apareció con un certero disparo y el combinado balcánico lloró una derrota que es mucho más que una eliminación: Si no hay sorpresas, Modric se despidió para siempre. Y no lo hizo sobre el césped. Lo hizo desde el banquillo. Triste final para el ‘mago’ balcánico. (D)

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