Hace no mucho, el Chelsea era la envidia de toda Inglaterra. Un equipo comprador que potenciaba a las estrellas del futuro no sin antes ganar alguna copa con ellas, ya sea la Premier o la tan ansiada Champions. Sin embargo, lo que antes era un camino de rosas hoy es un páramo desolador, un equipo milmillonario sin rumbo que solo puede ver a la distancia cómo el oasis de la Champions se aleja y el fantasma del descenso acecha en las sombras.