Un elemento clave para dimensionar la relevancia de Alberto Spencer Herrera, el mejor futbolista ecuatoriano de todos los tiempos, surgió de la pluma del prestigioso periodista uruguayo Atilo Garrido, quien en 1990 escribió esto sobre el crack: “Su figura morena está adherida para siempre a la historia de la Copa Libertadores. Parecía un puma agazapado y expectante en el bosque de zagueros de las defensas adversarias. De pronto, como impulsado por un mágico trampolín, salía como un filoso cuchillo de su vaina buscando la inmensidad del cielo y, cuando estaba en lo más alto, cuando había superado en el salto a todos sus rivales, aplicaba el feroz zarpazo... El final era siempre el mismo. La pelota en la red, los defensas mirándose impotentes entre sí mientras él iba a desparramar su alegría frente a la tribuna...”.