Richard Carapaz ha consumido toneladas de papel, hectolitros de tinta, cientos de horas de radio y televisión en todos los medios de comunicación del mundo, en todos los idiomas. Es sorprendente la dimensión universal que ha alcanzado su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 por tratarse de un deportista que se ha formado en medio de enormes dificultades, perteneciente a un país de escasa tradición victoriosa en esta clase de justas y porque compitió casi solo, sin el apoyo de un equipo. Por las reglas del ranking de la Unión Ciclista Internacional (UCI) Ecuador solo podía inscribir a dos participantes en ruta, frente a países que contaban con seis ciclistas y una exuberante muestra de sistemas de apoyo, bicicletas, ruedas, manillares, pedales de repuesto, un staff médico y una dotación de medios de hidratación.