En nombre del fútbol hay que agradecerle a la Federación Deportiva del Guayas haber rescatado el monumento al más grande y universalmente famoso futbolista nacional de un oscuro cuarto donde ‘La Nueva Era’ lo refundió para que se pudra. Y también en nombre de los periodistas que tuvimos la fortuna de verlo desde sus primeros años; que fuimos testigos de esas dos jornadas llenas de esplendor contra Huracán y Peñarol, en julio de 1959, y que lo admiramos con la divisa del célebre Peñarol, con la enseña tricolor en Sudamericanos y eliminatorias y lo despedimos con la camiseta oro y grana del ídolo del Astillero.