“Desafortunada actuación”, informan los diarios ingleses. “Se tragó la cancha”, dicen medios ecuatorianos. Tras cada partido del Chelsea sucede lo mismo. A las críticas de los periodistas de allá se oponen las alabanzas de los de acá. ¿Cuál es la verdad sobre Moisés Caicedo…? La primera verdad es que es su pase de 146 millones de dólares es el más costoso de la historia del fútbol inglés. Y no está lejos de los 238,1 millones pagados por Neymar, la transferencia más alta de todos los tiempos. Pero al menos Neymar es Neymar. Ciento cuarenta y seis millones es una suma disparatada por un volante tapón, de marca, sin gol, sin cabezazo, sin remate de media distancia, sin gambeta, que no pisa el área y cuya característica no es precisamente la creación de juego.

Suena como mínimo extraño que un club se haya avenido a pagar esa enormidad por un obrero del fútbol. ¿Qué hay detrás de esa operación…? Es un misterio. Ni siquiera los inexpertos futbolísticamente dirigentes norteamericanos del Chelsea debieron cometer esa locura. Haaland, una máquina de gol, supuso una erogación de 60 millones de euros para el Manchester City. Y conste que ya Haaland venía siendo una estrella en el Borussia Dortmund. Caicedo, en cambio, recibía algunos tibios elogios por su sacrificio en el Brighton. De Bruyne, un centrocampista total, con técnica, ida y vuelta incesante, que marcó 10 goles y dio 31 asistencias en la temporada 2022-2023 pasó al City por 81,5 millones en 2015. Real Madrid pagó 48,3 M€ por Vinicius. El Bayern Munich invirtió 95 en Harry Kane, máximo goleador histórico del Tottenham y de la selección Inglesa. Jude Bellingham, la máxima estrella actual del Real Madrid fue objeto de un traspaso de 110,5 M€, más 33,25 por objetivos como ser campeón de Liga, de Champions, anotar un número determinado de goles, ganar el Balón de Oro… Pero debe cumplirlos. Hay otros ejemplos similares.

Cada vez hay menos buenos

El Chelsea también hizo un desembolso desproporcionado por Enzo Fernández: 129,8 millones, y su prestación no ha sido óptima de momento, pero se está asentando, reúne 7 goles y 1 pase convertido por otro compañero, además es organizador de juego, una función más jerárquica. Y llegó con el cartel de campeón del mundo (y muy destacado) en Qatar 2022. Además, tiene un palmarés brillante entre Defensa y Justicia, River Plate y Benfica. Caicedo nunca ha ganado un título.

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No hay cómo entender esos 146 millones de dólares, cuando el valor de mercado de Caicedo según Transfermarkt era de 96,5 millones al momento de la venta. Y ya parecían muy inflados esos 96,5. Transfermarkt, digámoslo, es una página web alemana, muy seria, dedicada básicamente a cuestiones de mercado, valores y rendimiento de futbolistas. Ya cuando se concretó el fichaje se advirtió que el precio del pase le pesaría como una losa, porque sus condiciones no están en correlato con lo abonado. Y cuando un pase es tan alto al protagonista se lo analiza con rigurosidad, es lógico.

El 2023 en nombres propios

Una segunda verdad -indesmentible-, es que Caicedo lleva cero gol y apenas una asistencia en 30 partidos, estadística que lo condena y que no se puede disfrazar. Un futbolista que no llega casi nunca a posición de gol no puede estar cotizado por encima de grandes goleadores. Cuando se pagan 146 millones por un jugador se espera, si no que sea un genio, al menos que tenga un rendimiento mínimamente adecuado. Y Moisés hasta ahora no lo tuvo. No solo no aporta en ofensiva, está defeccionando seguido en defensa, perdiendo pelotas que cuestan goles y mostrando cierta lentitud en las marcaciones. Muchos echan el fardo de las culpas a Mauricio Pochettino, que no es doctor honoris causa en la dirección técnica, y seguramente tiene su ava parte de culpa en la escuálida campaña del Chelsea. Sin embargo, el entrenador le da un respaldo total a Caicedo, lo alinea siempre y lo justifica de todo. Y Pochettino no sugirió pagar 146 millones por él.

El 95% elige el fútbol inglés

Ahora bien, desde Inglaterra llegan semana a semana reportes de prensa de medios prestigiosos desaprobando el desempeño del número 25. En las crónicas de los grandes periódicos londinenses, o es objeto de reproche o directamente no se lo menciona. Básicamente se le cuestiona la intrascendencia de sus pases, de corto recorrido, hacia atrás o a los costados, y la inseguridad defensiva, traducida en pelotas perdidas o penales cometidos. Esto último quedó muy expuesto en el choque de local ante el Wolverhampton. Dio su primera asistencia para el club de Stamford Bridge, pero perdió el balón en el primer gol de los Wolves, luego se le escapó la marca en el segundo. Y ya a los 2 minutos la había dado mal hacia atrás que casi costó otro gol. Caicedo se disculpó con sus compañeros por ese error. Chelsea cayó 3 -1.

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Lo insólito es que, en los mismos partidos por los que es censurado en los medios de allá, en Ecuador hablan de “Sensacional el Niño Moi”, “Deslumbrante actuación”, “Partidazo de Moisés”, “Se comió la cancha”, “Exhibición”. En Inglaterra lo califican con 4 o 4,5 puntos, mientras en su país lo designan “Gran figura de la cancha”, apoyándose sólo en números. Estadísticas curiosas o difíciles de corroborar, como “1.° en pases al último tercio (¿¿¿¿???), 1.° en acciones totales (¿¿¿¿???), 1.° en pases progresivos completos (¿¿¿¿???), asistencias de remate” y, sobre todo, “1.° en pases completos”, rubro en el que casi siempre le ponen 95 % de efectividad. Claro, es difícil equivocarse en toques de 3 o 4 metros y en línea descendente.

James Rodríguez es otro jugador sostenido a través de las redes sociales, que se tornó ultramillonario gracias a una excelente imagen de prensa. Cuando ya venía en caída libre le inventaron la pre-pre-pre-asistencia. O sea, en mitad de cancha James la cedió al 8, que la pasó al 7, este se adelantó 15 metros y la cruzó para el 9, que finalmente convirtió. “Temporadón de James, lleva 8 pre-pre-pre-asistencias”. Quienes estamos cerca del fútbol sabemos que son estrategias de los agentes, que tienen periodistas en nómina o directamente montan una página de internet con el objetivo de ensalzar o promover a sus representados. Los traspasos se valúan en decenas de millones de dólares, crear un sitio web cuesta monedas. Unos pesitos al productor y poco más. También están los operadores de Twitter, con comentarios permanentemente positivos. Y por último, quienes le manejan la prensa al jugador; en la élite, todos tienen uno.

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Lo simpático es que uno mira el juego, le ve una actuación discreta o bastante menos que eso, y luego, en Twitter, se viene a enterar de que Caicedo fue la estrella de la tarde. La reina del análisis siempre es la observación, de ahí se parte. Los datos, si son reales, pueden servir para confirmar una apreciación. Uno ve que un atleta pasa bien el balón y hacia adelante (para atrás ni se debería contar) y anota las cesiones. Le sirve como apoyo. Si tiene un alto nivel de eficacia, el dato reafirma su concepto. Claro que el pase debe ser preciso, con ventaja, limpio, ascendente, que sirva para progresar en el campo y mejorar la jugada. Cuando se trata de ejecutores de penales, ahí sí manda exclusivamente la estadística: si erra la mitad de los que ejecuta, no quedan dudas, no debe seguir pateando.

El The Sun tiene una tirada de 3,2 millones de ejemplares diarios, el Daily Mail 1,5, el The Times 500.000; son medios en varios casos centenarios, con periodistas de prestigio y muy fiscalizados, no es dable pensar que estén confabulados para perjudicar a Caicedo con sus opiniones. (O)