Hay vientos de tragedia en el deporte nuestro, por el presente desolador y el pasado que se escapa dejando jirones de grandezas sin retorno. Se fueron en un viaje definitivo Marcos Piquito Hidalgo, mi fraterno compañero vicentino y universitario y colega en el periodismo; y Raymond Marín, hombre de la natación en los bellos tiempos de la piscina olímpica.