Muchos amigos me invitaron a celebrar con champán la victoria de Ecuador ante Perú el martes anterior. Fiel a mi gusto por el fútbol bien jugado, me negué a concurrir al brindis. “¿No te agrada que la Selección gane y se acerque al cupo para estar en la Copa del Mundo 2026?”, me consultó uno de ellos. Prefiero ignorar la pregunta y desearles una noche ruidosa y feliz.
Hay muchos temas que tratar sobre la eliminatoria; al menos para mí, que debo mirarla como periodista independiente, no comprometido con dirigentes, futbolistas o representantes. A diferencia de mis amigos, debo juzgar a la Selección con sentido crítico. Me complace que gane, pero desearía que lo haga de otra manera. Hoy tenemos 3 puntos más sin funcionar como equipo; jugando a nada en un proceso clasificatorio insípido, banal, insustancial en que ya casi todos están adentro en una fase final de 48 equipos que en el 2026 se jugará en tres países y durará más de un mes.
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Es la peor eliminatoria desde que empecé a seguirlas hace 64 años. Entonces eran 16 naciones las que llegaban a disputar la Copa Jules Rimet, como se llamaba entonces. A nosotros nos pusieron en un grupo con Argentina para jugarnos la vida en dos partidos. Y después algunos zonzos de micrófono preguntan por qué no llegamos a disputar el Mundial de 1962.
Para el 2026 clasificarán 48 países. La intención de FIFA es seguir repletando de billetes sus ya cargadas alforjas. Antes de 2050, al ritmo que vamos, serán 120 asociaciones y la Copa del Mundo se va a jugar en seis meses en doce países. ¿Lindo, no? Para el coro aullante y aplaudidor lo primero es el negocio. Ya uno de ellos gritó en la televisión: “¡Ya basta de hablar de esa idiotez del amor a la camiseta. El único amor que debe primar es el de los billetes!”. Y para ingresar en el Breve tratado de la estupidez humana, de Ricardo Moreno Castillo, agregó: “¡Guerra a los poetas! ¡El mundo lo que necesita es empresarios!”.
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¿Qué hicimos para ganar el partido en la altura ante el colista de la actual eliminatoria? Nada, apenas un gol milagroso de Enner Valencia. Después del Mundial 2022, en los catorce partidos siguientes marcó tres veces (en amistosos). Enner venía sin anotar en el Brasileirao y la Copa Sudamericana. Fue un taponazo de cabeza cuya violencia venció las manos de Pedro Gallese. ¿Creatividad, generación de juego, conexión entre las líneas? Nada; una nada gigantesca con la que vamos a llegar a la Copa del Mundo.
¿A qué vamos al Mundial?
Vale entonces preguntarse ¿para qué iremos si no vamos a competir ni a mostrar algún progreso? Todo lo demás es cuento y publicidad engañosa y cara, dependiendo del micrófono y el rostro del opinador. Por todo lo expuesto, prefiero hacer un viaje imaginario a Milagro, la ciudad en la que encontré afecto y fraternidad desde cuando era un niño.
Está de fiesta en estos días y lamento estar tan lejos. Celebré por muchos años la cantonización con sus desfiles, ferias bailables y competencias deportivas. Las ferias de Visaltur y la Quinta Patricia eran esperadas con entusiasmo por los artistas y orquestas famosas. Allá íbamos a bailar con las hermosas chiquillas de entonces y guapas abuelas de hoy.
Desde que empecé en 1990 a escribir las Anécdotas del Domingo y años después Reloj de Arena, solía llamar a mi amigo/hermano Julio Viteri Mosquera (+) para ponernos de acuerdo en el tema de mi columna en homenaje a Milagro. Creo que la última vez coincidimos en dedicar mi homenaje a ese gran volante de Unión Deportiva Valdez que fue Segundo Viteri Mondragón, quien formó entre 1953 y 1958 la mejor línea media del fútbol ecuatoriano con Julio Caisaguano Brito, seleccionado nacional en 1955 y 1957 y habitual refuerzo de Emelec.
Hoy ya no está Julio, pero no pierdo el contacto con el ayer milagreño a través de Jean Serrado, Dagoberto Rodríguez y Ricardo Rodríguez Barcia. Fue Jean quien me insinuó escribir sobre el Milagro Sporting, uno de los clubes promotores de la grandeza deportiva de Milagro y uno de los más antiguos.
Confieso que no sé si todavía sobrevive en ese ambiente de funeral del deporte milagreño que alcanzó a ser tan grande, tanto que alumbró a deportistas que ahora están en la historia del deporte ecuatoriano, como consta en mi libro Leyendas del deporte de Milagro, que publiqué gracias al auspicio del municipio de esa ciudad cuando ejercía la Alcaldía Paco Asán Wonsang.
Milagro Sporting fue fundado el 11 de agosto de 1926 y desde entonces se convirtió en rival de los poderosos Unión Deportiva Valdez, 24 de Mayo y Calderón Sporting Club. A fines de la década de los años 40 e inicios de los 50, eran clásicos sus duelos con los clubes Remache y Contratuerca, dos equipos de Valdez, Uruguay y Peñarol en la cancha de la Pampa de los Conejos, o en el estadio Valdez que fue el primero con césped en el país.
Guido Andrade, canario
De sus filas salió al Macará de Ambato y luego, en 1947, al Barcelona de Guayaquil el mejor alero zurdo de nuestra historia: Guido Andrade Vélez, primer milagreño en una selección de Ecuador. Durante el Sudamericano de 1949, Andrade fue tentado por Boca Juniors, ídolo de Argentina, por recomendación del entrenador español José Planas Artés. Guido decidió seguir en Barcelona SC, donde estaba desde 1947 formando el famoso Quinteto de Oro: José Jiménez, Enrique Cantos, Sigifredo Chuchuca, José Vargas y Guido Andrade.
A inicios de los años 50, el presidente de Milagro Sporting, Eduardo Castro Acuña, llevó a su equipo a Honorato Gonzabay Mendoza, cuando era apodado Guarumo. Era centrodelantero, pero un día Guido Andrade, entonces DT, lo hizo jugar de zaguero central ante la ausencia de Manuelito Andrade. Se lució de tal manera que se adueñó del puesto para pasar un año después a Valdez y a la selección nacional. Su elegancia, eficacia y manera de salir jugando le ganaron el apodo de Mariscal.
Por las filas de Milagro Sporting pasaron Carlos y Hamilton Cuvi y Stalino Sánchez. Jean Serrado recordaba aquel formidable equipo que maravilló en el Torneo Renovación, que organizó en 1974 Antonio Andretta con la Asociación de Fútbol del Guayas. Allí destacaron como una pareja incontrolable Carlos Cuvi y Stalino Sánchez; tanto que Barcelona los llevó a sus filas en 1975.
Carlos Cuvi, con 17 años, era un goleador que brilló en Barcelona, Deportivo Cuenca, Audaz Octubrino y Everest. Stalino, un creador, se dio el lujo de ser figura con los tres grandes de nuestro balompié: Barcelona, Emelec y Liga de Quito.
El gran Hamilton Cuvi
Me queda corto el espacio para hablar de la última estrella que produjo Milagro Sporting: Hamilton Cuvi, uno de los mejores jugadores ecuatorianos de todos los tiempos. Era volante ofensivo y un goleador, una combinación que hoy valdría millones en el extranjero. Dominador insigne del balón, regateador incontrolable y eficaz ante la red, Hamilton lució en la selección nacional, 9 de Octubre, Audaz Octubrino, Filanbanco, Valdez y otros clubes. Dejó una estela de 147 goles en la serie A de nuestro balompié.
Mi abrazo emocionado a todos mis amigos de Milagro. (O)