Organizar la Copa América en Estados Unidos es una idea atractiva como caja de resonancia y por su efecto multiplicador. La competencia crece en importancia, se expande, pasa a dieciséis competidores, une a las tres Américas y adquiere una dimensión similar a la Eurocopa, que no es poco decir. Europa es el continente más próspero y engloba a 55 asociaciones, Sudamérica apenas tiene diez y en naciones con sempiternas crisis. Gran mérito de nuestro querido fútbol sudamericano, muy superior a sus países. Sin ir demasiado lejos, es más prestigioso el fútbol argentino que la Argentina. Aunque en casi todos es igual. De modo que hay un rédito intangible que no se discute. Pero vender las joyas de la abuela amerita un resarcimiento considerable. Llevar la Copa a Estados Unidos suponía obtener grandes réditos económicos para nuestras asociaciones. Para eso la exportábamos, entre otras cosas.