Esa legendaria especie de los punteros a la que extinguieron los sistemas inventados por los grandes farsantes del fútbol escribió historias maravillosas. Algunos fueron ‘locos’ que pusieron pimienta a cada encuentro. Según la pierna que usaran, eran grandes cañoneros, como los zurdos; o hábiles y veloces, como los diestros, excepción hecha por Washington Muñoz, cuyo disparo mortífero no ha sido igualado hasta hoy.