Si Aladino se le aparecía a Ecuador y le ofrecía tres deseos antes de la última fecha de la Eliminatoria, hubiera respondido: 1) ganarle a Venezuela, 2) que pierdan Colombia y Uruguay, mis perseguidores, 3) que Brasil y Argentina vengan a Quito clasificados cuando deba enfrentarlos. “Concedido”, parece haber respondido el genio. Y cumplió a cabalidad. Ecuador no le pidió jugar bien. Eso dependía de sí mismo. No lo hizo. Pero echemos una ojeada a esta decimotercera fecha de la clasificación mundialista, hay sabrosas conclusiones.