El periodismo deportivo, una profesión con una larga y venerable trayectoria, celebra cada 2 de julio su día internacional, una conmemoración establecida por la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS) en su Congreso Mundial de 1995, en Quebec (Canadá). Este día no solo reconoce la importancia de los periodistas deportivos en transmitir y comentar las incidencias de los eventos deportivos, sino que también nos invita a reflexionar sobre la evolución y los desafíos que enfrenta este campo en la era digital. Desde sus inicios en Inglaterra, donde los medios de comunicación comenzaron a entrenar personal para cubrir los partidos de fútbol, el periodismo deportivo ha recorrido un largo camino.

La radio marcó un hito significativo al permitir la transmisión inmediata y secuencial de eventos, un avance que las revistas deportivas complementaron al ofrecer análisis y editoriales que profundizaban en lo que ocurría dentro y fuera del campo de juego. La llegada de la televisión fortaleció aún más esta alianza, llevándonos a nuestros días, donde el internet y las plataformas digitales han transformado radicalmente el panorama.

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La tecnología digital ha permitido una mayor accesibilidad y una rápida difusión de información, pero también ha traído consigo nuevos desafíos. La proliferación de redes sociales y plataformas en línea ha generado un entorno disperso y, a menudo, poco regulado. Esta saturación informativa puede conducir a una distorsión cognitiva en el consumidor, que se enfrenta a un aluvión constante de contenido, muchas veces sin el rigor que exige la profesión.

Es indudable que la dinámica digital ha modificado nuestros hábitos de consumo de información. Sin embargo, mientras que algunos sectores del periodismo deportivo han sabido adaptarse y aprovechar estas nuevas herramientas, otros han sucumbido al vértigo de la inmediatez, dejando de lado el análisis profundo y el criterio de fondo. Esta prisa por ser los primeros en informar ha llevado a una especie de borrador continuo, donde la memoria y el contexto son frecuentemente postergados.

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La verdadera esencia del periodismo deportivo radica no solo en narrar lo que sucede en los campos de juego, sino en contextualizar y analizar los hechos, preservando la memoria histórica y ofreciendo un entendimiento más profundo de los eventos. En un mundo digital donde la información puede ser efímera y desechable, es crucial que los periodistas deportivos mantengan su compromiso con la veracidad, el análisis crítico y la integridad profesional.

La celebración del Día Internacional del Periodismo Deportivo es, por tanto, una oportunidad para reivindicar estos valores y reconocer el trabajo de aquellos que, a pesar de los desafíos tecnológicos y las presiones de la inmediatez, continúan dedicándose a informar con rigor y pasión. En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, el periodismo deportivo debe encontrar el equilibrio entre la innovación y la preservación de sus principios fundamentales. Solo así podrá seguir siendo una fuente confiable y valiosa de información para las generaciones futuras.

Que esta frase del periodista Héctor Vega Onesime los haga reflexionar sobre esta turbación conceptual: “Rescatar hitos y personas de la historia es atesorar su legado. Por supuesto, debe estar alerta a la influencia distorsionadora de la memoria, que suele mezclar ese legado de fantasía, idolatría y melancolía, pero es un riesgo atractivo que corresponde asumir. Un desafío al cabo del cual es posible que queden más certezas que dudas”.

En la actualidad, miles de institutos alrededor del mundo ofrecen carreras que van desde avanzadas técnicas tecnológicas hasta intrincadas codificaciones dialécticas. Sin embargo, en muchos de estos programas académicos no he encontrado una adecuada atención a los principios fundamentales de la deontología del periodista deportivo, como la probidad profesional y, especialmente, la independencia como pilar de la conciencia. Este aspecto crucial es a menudo ignorado por un periodismo complaciente y favorecido por sectores que deberían ser evaluados por los propios periodistas.

La verdadera esencia del periodista deportivo no se forja en las aulas de un instituto especializado. La pasión por el deporte exige un profundo compromiso con el público, un compromiso transmitido desde el fervor y el respeto por lo que se describe. El objetivo debería ser llevar al aficionado a una travesía emocional auténtica, no virtual, sino tangible. Esta labor requiere una comprensión profunda y experiencia en la temática. El periodista deportivo debe contar con habilidades comunicacionales excepcionales, como lo recomendaba el ilustre Constancio Vigil, fundador de la revista El Gráfico: “Si un artículo no provoca una sonrisa, no suscita una lágrima o no genera una molestia o discusión, esa nota no sirve para nada”.

Existe un axioma que permanece vigente: el periodista deportivo debe alejar el sentimiento de amistad y admiración hacia las autoridades y protagonistas del fútbol para escribir o comentar una historia con la máxima imparcialidad. Aunque esto conlleva enfrentarse a contrariedades, molestias y agresivas contrarréplicas, las recompensas en el contexto profesional son invaluables.

Recientemente, observamos al futbolista Carlos Gruezo en una rueda de prensa durante la Copa América, donde acusó a la afición y a la prensa de falta de apoyo, intentando justificar el rendimiento de nuestra Selección. Este comportamiento irreflexivo revela una falta de entendimiento sobre el rigor necesario en la crítica.

Dante Panzeri, un referente de antaño conocido por su estilo rebelde, intenso, irreverente y frontal, sentenció: “Todo periodista tiene que estar preparado para perder amigos; la actividad no tiene como objeto ganarlos. Con la verdad se vende menos, pero se gana más. Aunque siempre resistida, la verdad es respetada. La mentira es aplaudida pero nunca respetada. Los periodistas tenemos que meditar cuál de los dos negocios es mejor”.

A lo largo de los años, se ha intentado convencer de que en el fútbol el umbral es cuantitativo y que todo lo adyacente debe ser coherente al materialismo. No obstante, quienes sustentan estas tesis olvidan que el fútbol nunca ha perdido su componente cualitativo, y el periodismo deportivo ha sido su principal promotor.

Un debate constante es si el periodista puede ser un hincha y si está preparado para manejar correctamente el escenario que le genera la pasión por un equipo, exponiendo un análisis adecuado. Muchos critican que un periodista declare su identificación por los colores de un equipo, llegando a calificarlo como una transgresión de los códigos deontológicos de la profesión.

En conclusión, conmemorando el Día Internacional del Periodismo Deportivo, es importante reconocer que nuestra labor va más allá de informar o comentar una incidencia deportiva. Es un trabajo que impulsa el deporte en beneficio de la sociedad, reconociendo la importancia de una profesión que, por su naturaleza, incomoda. (O)