El deporte sigue siendo, para mí, fuente de maravillosas emociones. La búsqueda de la victoria desde que empieza una prueba; la lealtad de cada competidor en todos los instantes para que el triunfo sea limpio, sin sombras; el modo en que un deportista se sobrepone a las dificultades y vuelve a la brega, pleno de entusiasmo; el carácter solidario, que es vital cuando se compite en equipo, aun resignando las propias aspiraciones triunfalistas... Son tantas las lecciones que puede darnos el deporte cuando se practica y se disputa con nobleza.