Dinámica total, velocidad, presión (presión hasta tocar al adversario para no darle un solo centímetro de libertad de movimientos), agresividad de marca y de juego, entradas fuertes, potencia física, ida y vuelta, ataque tras ataque, fuego graneado, prestación atlética al límite del esfuerzo. Un fútbol de ciencia ficción que nos recordó a Rollerball, aquella película con el recientemente fallecido James Caan en el protagónico. Rollerball era un deporte posmoderno, ficticio y violento, feroz, deshumanizado, con jugadores equipados con armaduras que se desplazan sobre patines e intentan meter una bola de acero en un pequeño agujero que es la portería contraria. En ese menester chocan, se golpean durísimo y se muestran crueles. Caan, el inolvidable Sonny Corleone de El Padrino, encarnó perfecto el papel.