La convocatoria y titularidad de un jovencito de 17 años en el partido de nuestra selección ante Chile por las eliminatorias a la próxima Copa del Mundo de fútbol ha desatado una tempestad. Una oleada de críticas ha provocado la decisión del técnico argentino Sebastián Becaccece. Y no solo en el periodismo. Se han unido exseleccionados, futbolistas activos y una gran mayoría de seguidores “del equipo de todos”, como amablemente apodan a la selección nacional.

Los que ejercemos el periodismo crítico y no estamos atados a la obsecuencia generalizada que nació en la triste era de los “favores logísticos” hemos recordado aquel episodio protagonizado por Hernán Darío Gómez durante la larga noche del mandato de Luis Chiriboga Acosta. ¿Recuerdan ustedes esa telenovela? Vamos a refrescarles la memoria. Bolillo vivía en Medellín, su tierra natal, y desde allí enviaba a Chiriboga la “convocatoria”. Viajaba a Quito dos o tres días antes del partido y, terminado este, retornaba a su ciudad. El siguiente encuentro eliminatorio se jugaba tres meses después, pero Bolillo cobraba como si estuviera trabajando. Con todo y eso, nos ganamos un cupo (no olviden el partido con Bolivia en La Paz) a la Copa 2002 a la que fuimos “a aprender”, conforme dijo Gómez. El aprendizaje comprendió plantarnos a defender ante Italia y México y soltarnos ante Croacia por iniciativa de los jugadores, no del técnico.

Pero la historia no termina allí. Años después, en un diario de su país, Gómez reveló que él convocaba solo diez o doce jugadores y que el resto los ponía Chiriboga y algunos de sus ayudantes o socios. Eso explicó la inclusión de algunos nombres y la exclusión de otros, como en el caso de Luis Capurro, el mejor marcador de la historia de nuestro fútbol, a quien se postergó en 2002 para llevar a Raúl Guerrón, quien, casualidad, era del Deportivo Quito, el club del presidente Chiriboga. El jugador, después del Mundial, desapareció.

Publicidad

La semilla plantada por los dos personajes —Chiriboga y Gómez— fructificó y, dados los últimos sucesos, sigue dando frutos. Para las eliminatorias a la Copa Brasil 2014, el técnico colombiano Reinaldo Rueda convocó para todos los partidos a un delantero que no tenía club y que, por tanto, no jugaba. Y otra casualidad: el delantero tenía como representante al hijo del presidente Chiriboga.

Estos trucos han hecho escuela y estos últimos tiempos han sido pródigos en convocatorias sorpresivas que preceden a jugosos negocios. Para ello ha sido imprescindible contar con influencia directiva y con técnicos maleables, como Gustavo Alfaro, Félix Sánchez Bas y Sebastián Becaccece (“títeres” ha dicho Jefferson Montero). Ya lo dijimos en nuestra columna del 24 de enero de 2024 (“Hay una verdad que no temo decirla porque primero está la verdad, aunque esta provoque reacciones violentas y amenazas. En cada episodio relacionado con convocatorias sorpresivas aparece el nombre de Independiente del Valle”).

El tan elogiado Alfaro convocó para la Copa América 2021 al novato José Hurtado, de Independiente del Valle. No tardó mucho en ser vendido al Bragantino, de Brasil; pero, después del negocio, no lo tuvo más en cuenta. Se había cumplido así el propósito: hacerlo jugar en la Selección para aumentar su precio. Alfaro siguió siendo útil para los propósitos mercantiles del club afortunado. El caso de Kevin Rodríguez fue el que armó el mayor bullicio. El delantero militaba en el Imbabura de la serie B. El 12 de noviembre de 2022 (ocho días antes del debut en el Mundial) jugó 27 minutos en un amistoso ante Irak. Con solo esa carta de presentación fue llevado a Qatar. Alfaro lo puso ante los dueños de casa y ante Senegal (en ambos partidos entró al minuto 90). Su valor en Imbabura era de $ 500.000. Ya como seleccionado, y habiendo jugado un Mundial, fue comprado por Independiente el 3 de enero de 2023 poniendo $ 100.000 más. Félix Sánchez Bas lo volvió a citar y a los pocos días era vendido al Royale Union Saint Guilloise, de Bélgica por $ 4,5 millones.

Publicidad

Elevado con el inflador periodístico, Kendry Páez fue elevado a la categoría de “joya”. Muy atento a los mandatos de sus contratantes, el español Sánchez Bas lo convocó con 16 años a la selección mayor y lo puso de titular. El episodio dio resultados: Páez fue vendido en una suma millonaria al Chelsea inglés, un club que ha adquirido fama por pagar lo que le piden los empresarios avivatos. Todavía están pendientes algunas cifras por “rendimiento”. Por esas razones contantes y sonantes, Páez no fue llamado a jugar el preolímpico, mientras Argentina llevaba al Diablito Echeverry (ya vendido en $ 20 millones al Manchester City) y Brasil a Endrick (ya estaba transferido al Real Madrid en $ 40 millones). El técnico Miguel Bravo dejó dudas y sospechas con su excusa para no llamarlo: “Kendry Páez está plenamente formado. Ha tenido un crecimiento muy grande, por lo que como sub-23 tenemos que buscar generar que vayan surgiendo nuevos talentos”. Nos quedamos fuera de los Juegos Olímpicos y no surgió ningún talento.

Becaccece obra como sus antecesores. Basta examinar los hechos que impiden que justifique sus decisiones. Sigue convocando al arquero Moisés Ramírez (Independiente del Valle), el rey de los bloopers. El célebre Hugo Gatti dijo una vez en la revista El Gráfico que para que se consolide un arquero deben hacerle al menos cien goles bobos. Ramírez debe andar cerca o haber sobrepasado esa cifra. El portero es un activo del club quiteño que estuvo a punto de ser transferido al Cruz Azul mexicano en 2023 y esa es la razón de sus llamados a la Selección, pese a que existen otros mejores que él. En cualquier momento puede ser negociado. Kendry Páez está devaluado, no ha jugado en este año y sus problemas de conducta obran en su contra. Sin embargo, Becaccece no deja de llamarlo. Kevin Rodríguez no tiene acción en Bélgica, pero el técnico argentino insiste en él y posterga al manabita Miguel Parrales.

Publicidad

Lo de Darwin Guagua no tiene explicación alguna. Es un chiquillo que no ha debutado aún en el fútbol profesional. No es Pelé, que a la misma edad deslumbró en Suecia 58. John Yaboah, de buen presente y llamado desde Europa, fue enviado a la tribuna con la mentira de que estaba lesionado. Álex Aguinaga, un emblema de nuestro fútbol, dio su opinión: “El tema es que van de frente, ya no existe ni el pudor ni la vergüenza. Hoy hacen lo que se les viene en gana. Yo quisiera ver qué pasa a la interna de la FEF. No tiene nada que ver el chico Guagua, porque al final él fue utilizado y terminó jugando por encima de los convocados. Los sparrings terminan teniendo prioridad sobre jugadores que están en Europa”. Similar posición escuché en tres respetados periodistas: Mario Canessa, Patricio Cornejo y Roberto Omar Machado.

No nos extrañemos si en poco tiempo el chico Guagua es transferido al exterior. Ya tiene lo que se busca: un partido en la Selección. (O)