Eloy Guerrero es uno de los más importantes e influyentes personajes del béisbol ecuatoriano de las últimas décadas. Destacó como pelotero, entrenador y gestor deportivo y hace poco tiempo dijo: “No quiero morir sin antes volver al Yeyo Úraga para ver un juego de pelota”.
Tal como la mayoría de los moradores del barrio del Astillero, Guerrero se inició en la práctica del béisbol, pero ya era un jugador muy conocido cuando su familia se mudó al barrio Orellana. Con base en su buen nivel y gran producción se abrió camino para ser múltiple campeón con distintos clubes. Fue convocado a las selecciones nacionales y estuvo en la primera participación internacional de nuestro béisbol, en el Sudamericano de Santiago de Chile en 1959.
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Aun cuando funcionaban el Reed Park y el Capwell, directivos de Fedeguayas creyeron necesario tener su propio escenario de béisbol y delinearon el diamante en terreno adjunto al estadio Ramón Unamuno, en el que se empezó a jugar en un campo de arcilla, con gradas y techos de madera, llamado Guayaquil. Tuvo su apertura el 20 de agosto de 1960 con varios partidos contra una delegación de Panamá, en los que jugó Guerrero.
En 1963 fue parte de la novena ecuatoriana que conquistó el título Sudamericano en Buenos Aires, con marcador de 10-0 sobre Brasil en el partido final. Luego intervino en un Pentagonal en el que el equipo tricolor, en el estadio Nacional de Lima, en 1964, doblegó a dos representativos del Perú, Panamá y Costa Rica.
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Por los éxitos del béisbol porteño y para la realización de los Juegos Bolivarianos de 1965 en Guayaquil la dirigencia hizo gestiones, ante la dictadura militar de la época, para la construcción del nuevo Aurelio Yeyo Úraga, inaugurado la noche del domingo 21 de noviembre de 1965 y que al año siguiente fue sede del Sudamericano que resultó toda una fiesta deportiva. Aquel certamen que terminó con un gran duelo pelotero frente a Brasil se definió en parte alta del noveno episodio, cuando Eloy Guerrero conectó el hit de oro que impulsó a Ramón Sotomayor para la carrera del 4-3 y asegurar el bicampeonato surcontinental. Luego de los festejos y felicitaciones como capitán levantó el trofeo ante la algarabía de la afición, que disfrutó de uno de los momentos más brillantes del béisbol ecuatoriano.
Muchos peloteros de la generación Guerrero y algunos foráneos elevaron el nivel técnico y la popularidad del béisbol y con ellos contribuyeron para que la edificación del principal escenario de la pelota chica sea una realidad. Pero ahora ve con preocupación la situación en la que se encuentra el Yeyo Úraga. En una rueda de prensa, a la que fueron convocados varios expeloteros, la Fedeguayas y la Asociación Provincial anunciaron el inicio de los trabajos para la recuperación del escenario. Y con la instalación de un sistema de drenaje y siembra de nuevo césped una retroexcavadora comenzó la colocación de las tuberías para los colectores de agua. Se dijo que la grama tendría calidad certificada por la MLB, pero el tiempo pasó, se terminaron los plazos anunciados y la obra está paralizada.
El Yeyo está cerrado, no hay actividad. Lo habitan fantasmas que visitan los camerinos, las bancas, suben a la loma, recorren bases y jardines. Pero la caja de bateo es sagrada. Está reservada para el capitán Guerrero, que tantas veces enfrentó a los lanzadores rivales como la noche de 1966, contra Brasil, cuando disparó el hit para la victoria del Ecuador en su faena de mayor esplendor.
Eloy, no renuncies a tu sueño. Si lo persigues, conseguirás regresar a tu estadio y tú tienes el coraje para lograrlo. Tienes la magia de abrir puertas para realizar gestiones importantes. He sido testigo de que te reciben sin previa cita, te atienden sin hacerte esperar. Es necesario que les recuerdes a la dirigencia, a las autoridades cantonales y provinciales que el Yeyo Úraga es patrimonio de la ciudad. Tu ilusión de volver a tu segunda casa es la misma de otros beisbolistas legendarios. Fuiste su líder y la afición porteña no te olvida. (O)