“Lo más difícil es hacer gol, todo lo demás se puede arreglar”, acuñó, ya como entrenador, Juan Ramón Carrasco, aquel uruguayo que le entraba brillante a la bola. Cierto, defender es menos complicado, por eso un lateral se consigue a préstamo por 30.000 dólares y un goleador vale millones. Aunque todas las funciones del juego son importantes, el gol es la más preciada. Goal, en inglés, es “objetivo”, o sea, la finalidad de este juego-industria-pasión-entretenimiento. Gustavo Alfaro debe pensar hoy parecido a Carrasco.