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Dos arriba y dos abajo

La tercera fecha nos dice que hay dos arriba que ya están en el Mundial 2026 -Argentina y Brasil- y a dos abajo les costará conseguir un cupo -Bolivia y Perú-.

Argentina va con puntaje perfecto en las eliminatorias sudamericanas rumbo al Mundial 2026. El jueves pasado se impuso por 1-0 en casa a Paraguay en la tercera fecha. Foto: AFP

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Cada fecha de la eliminatoria deja sensaciones. La tercera jornada nos dice que hay dos arriba que ya están en el Mundial -Argentina y Brasil- y dos abajo a quienes les costará horrores conseguir un boleto -Bolivia y Perú-. Son sensaciones simplemente, pues quedan quince partidos y dos años de competencia. Muchas cosas podrían cambiar (técnicos, sobre todo), pero desnivelarán las selecciones con mayor riqueza individual, y no se pueden inventar jugadores de un día para el otro, el que los tiene, los tiene, el que no…

Para ganar necesita empatar

Niveles. Dos años después de la anterior clasificatoria, un escaneo de los diez participantes nos muestra con claridad cuatro escalas, la de arriba en que siempre están Argentina y Brasil, una segunda con Ecuador, Uruguay y Colombia, una tercera con Chile, Venezuela y Paraguay (en ese orden y con Chile queriendo trepar a la segunda línea, donde siempre estuvo) y una cuarta con Perú y Bolivia.

Resbalón. El de Brasil, que cedió por tercera vez un empate de local ante Venezuela, dos en eliminatoria y uno en Copa América. Hace tres o cuatro décadas eran resultados de 5, 6 y hasta 7 a 0 a favor de Brasil. Eso se acabó para siempre. Y tiene doble motivo: la Verdeamarilla sigue contando con grandes futbolistas, pero ya no son los monstruos de antaño. Del lado de enfrente, la Vinotinto no es más la que recibía de a media docena por partido y terminaba las eliminatorias con 3 puntos. Ahora hay que sudar para empatarle.

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Avance. No es ninguna casualidad este punto de oro conseguido por Venezuela en tierra brasileña. Después de Ecuador, el venezolano es el fútbol con mayores progresos. Y todo parte de lo mismo: tiene mucho talento en un plantel muy interesante. De sus 28 futbolistas, solo el tercer arquero juega en su país, el resto en Europa, Estados Unidos, Brasil, Argentina. A una defensa de hierro donde sobresalen Yordan Osorio y Wilker Ángel, se le suma una cantidad de elementos de buen pie como Soteldo, Savarino, el Brujo Martínez, Rómulo Otero, Yangel Herrera, y un DT que gusta del buen fútbol y los manda adelante como Fernando Batista. Hoy Venezuela está claramente en posición de aspirar a un cupo mundialista. No es utópico en absoluto.

Alarmante. La caída de Bolivia. Antes, al menos, era temible en su reducto de La Paz. A 3.650 metros de altitud. Ya ni eso. Lleva 7 derrotas consecutivas en eliminatorias, cuatro en la anterior y las tres de esta. Su estadio Hernando Siles no mete más miedo. Ha caído en los últimos cuatro duelos que disputó allí. La explicación es sencilla: no tiene una sola figura resaltable. Y esto también arroja un motivo: escasísimo trabajo en inferiores. Todo ello se refleja en la falla infantil del zaguero Cuéllar en el minuto 96 que posibilita el gol de Kevin Rodríguez. Muy difícil para Gustavo Costas y para cualquier técnico alcanzar el éxito sin material calificado.

Fantástico. “¡Qué espectáculo Argentina…!”, nos dice Ricardo Vasconcellos por el WhatsApp en tiempo real. “Y sin Messi. No deja de atacar nunca. Eso se agradece, más allá de cómo ande el rival. Le hacen una publicidad desmesurada a Bielsa, pero Scaloni, sin tanta pompa, respeta de verdad la tradición del fútbol argentino”, agrega. No se relaja Argentina pese a haber conseguido el título mundial, quiere ganar todo y da un festival de bola en cada presentación. Ante Paraguay fue 1-0, pero jugó como para cinco o seis goles. “Cuando va ganando es muy difícil sacarle la pelota, tienen un esquema muy aceitado desde hace tiempo”, reconoció Daniel Garnero, DT de la Albirroja. Lo mismo que sufrió Francia en la final de Qatar y que sufren todos: empiezan a tocar y es casi imposible interrumpirles el circuito. Nunca, con Menotti, con Basile y mucho menos con Bilardo, una selección argentina jugó así, ni parecido.

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Derrumbe. Perú lleva un punto sobre nueve disputados, punto afortunado en un partido que estaba para perderlo por goleada ante Paraguay. En tres cotejos remató una vez al arco en 300 minutos, contando tiempo reglamentario y añadidos; un tiro desde 40 metros de Paolo Guerrero que dio en el travesaño paraguayo. No obstante, las estadísticas no son ni remotamente tan pobres como su juego timorato, feo, defensivo. Hasta marzo de 2022, el Perú fue un país futbolísticamente feliz. Sin estrellas, con jugadores modestos, sin mejorar su organización ni su infraestructura, sin trabajar en planes formativos ni hacer nada de lo que se requiere para evolucionar en el deporte, se vio de pronto representado por un EQUIPO. Como por obra de la Providencia. Un conjunto armonioso, que sonaba bonito y jugaba a la peruana, que cuidando la pelota dio batalla a todos. Sin meterse atrás, con dignidad estilística. Clasificó a un Mundial después de 36 años y se le escapó otro por un penal. Metió un subcampeonato y dos terceros puestos en la Copa América. Goleó a Chile. Multiplicó por seis o siete los ingresos de la Federación, invadió Rusia con 40.000 hinchas. La marca Selección Peruana creció exponencialmente y atrajo un puñado de patrocinadores. Recuperó el prestigio en el continente.

Cambio. De pronto, a alguien se le ocurrió romper en mil pedazos esa Disneylandia futbolera cambiando de técnico, que es lo más difícil de acertar: uno bueno. Empujaron a la calle a Gareca y llevaron uno definidamente defensivo, Juan Reynoso. La derrota frente a Chile caló muy hondo. Todos los medios coincidieron en una palabra: DESASTRE. “Que lo echen ya, ya, ya… Que no vaya ni a la conferencia de prensa”, bramaba un periodista peruano refiriéndose a Reynoso, a poco de terminar el juego en Santiago.

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Empate. ¿Quién perdió dos puntos, Colombia o Uruguay…? Tal fue la consigna de todo el periodismo colombiano el jueves por la noche luego del 2 a 2. Sin un átomo de duda: Colombia. Al margen de los cuatro goles, los dos tuvieron situaciones de gol, pero Colombia generó seis y la seis fueron clarísimas. Palo de James, palo de Arias, cabezazo a quemarropa de Borré, un recontra mano a mano de Luis Díaz, que la mandó al cielo, un tiro de Uribe de frente al arco desviado por centímetros, otra de Luis Díaz también en el segundo tiempo que pegó en Ronald Araujo… Uruguay, neta-neta, dispuso de una: la entrada franca por izquierda de Brian Rodríguez con remate de zurda tapado muy bien por Camilo Vargas. Las otras, no tan claras, se le fueron ensuciando y perdieron peligro.

Karma. Un partido que estaba para 3 o 4 a 1 terminó 2 a 2 por la impericia frente al arco rival. Colombia tiene un problema eterno con el gol: no hay afinidad, se tratan de usted. El futbolista colombiano no siente el gol. Posee toda la técnica, pero no la voracidad, el afán, la ambición, la fiebre por marcar un gol que sí tienen jugadores de otros países. No solo es cuestión de olfato, de colocación o de saber definir, también de ansias. La sana excepción es Falcao García. Entre los primeros 100 goleadores de la historia no hay un colombiano. ¿Por qué…? Difícil explicarlo. Al gol hay que soñarlo, quererlo, buscarlo casi con desesperación. Así llega. Y sin gol no hay paraíso.

Peor. “Uno de nueve no se ve bien”, es el título del diario ABC Color, de Asunción. “Es el peor inicio de Paraguay en una eliminatoria desde que se juegan todos contra todos, en 1998.

Histórico. El gol de Kendry Páez con 16 años y 161 días. Ojalá el primero de muchos. Siempre ver nacer un crack es una alegría para el hincha de fútbol verdadero. (O)

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