Sucedió hace ya varios años. El hijo de un gran amigo se acerca y me interroga desde su condición de joven seguidor de Barcelona: “¿Para usted Damián Díaz es o no un crack?”. Esta fue mi respuesta: “No, es un jugador normal con algunas virtudes. Yo he visto cracks de verdad en muchas décadas de ver fútbol y Díaz no está entre ellos”. El gesto denotó que no le agrado mi respuesta. La adjetivación del argentino como un jugador fuera de serie obedecía a los pocos años de mi interlocutor de ver fútbol y a la campaña de fabricación de un ‘ídolo’ por ‘periodistas’ improvisados u otros no tan jóvenes, pero avezados en trampas, engaños y obsecuencias.