Argentina enfrentaba a Canadá por la Copa América 2024 bajo un calor agobiante. Una cámara de la televisión dejó por un instante el juego y captó una escena surrealista: en el palco vip del estadio MetLife de Nueva Jersey, Luciano Nakis, titular de Deportivo Armenio y prosecretario de la AFA, secaba con su pañuelo la nuca sudorosa de Claudio ‘Chiqui’ Tapia, presidente y, sobre todo, personaje supremo del fútbol argentino, sentado en una butaca de adelante. Tapia, relleno e inmóvil, miraba el juego. Su robustez parecía que haría explotar su traje de varios miles. La “secada de cuello” generó hilaridad e indignación en la Argentina. También miles de memes y comentarios. Pareció algo demasiado indecoroso, sobre todo de un dirigente hacia otro.
Francis Ford Coppola tiene un mérito cinematográfico difícil de empatar, realizó la mejor película de la historia: El Padrino. Uno la vio, la ve y la vuelve a ver, y no pierde la fascinación. No obstante, entre tantas genialidades se le escapó un detalle de ese tipo, aunque el Vito Corleone que él creó para Marlon Brando no hubiese permitido tal acto de servilismo. Vito era duro, pero modesto.
El cuadro de la “secada” dio una muestra del poder de Tapia, dueño de vidas y haciendas en el fútbol gaucho. Tras algunos años de desgobierno en la AFA, en 2017 Chiqui se encaramó de manera sorpresiva en el sillón presidencial. Nadie lo tenía. Provenía de un club mínimo, Barracas Central. Se pensó que era un líder circunstancial de una AFA desquiciada, pero descubrió como técnico a Lionel Scaloni, dio prioridad total a la selección y logró el ansiado título mundial que enamoró al país. Las Copas América y otros logros aumentaron su aura y lo tornaron intocable. Supo conducir y granjearse el aprecio de los cracks de la Albiceleste, sobre todo de Messi y De Paul.

No obstante, entre varios aciertos, perdió imagen por la organización de los torneos, sumamente criticada por hinchas y medios, y por los ultrapolémicos arbitrajes, sobre todo a favor de su club, Barracas Central, que logró dos ascensos y se instaló increíblemente en Primera División (participará en 2026 por primera vez en un torneo internacional). No obstante, si la “secada de nuca” fue un pelotazo en contra ante la opinión pública, tres meses después cometió un error de cálculo que puede resultarle irremediable: ensoberbecido por los triunfos de Argentina, se enfrentó al presidente de la nación. No pensó que nadie está por encima del Estado. Mucho más en este caso: Javier Milei es un hombre de una tenacidad, energía y carácter terribles. No olvida a sus enemigos y puede ser implacable.
Todo comenzó por un posicionamiento ideológico. Milei, frente a los problemas económicos de muchos clubes, impulsó la idea de cambiar la ley para que, quien quisiera, tuviera la posibilidad de convertirse en sociedad anónima y recibir la inyección de capitales privados. “Hay grupos empresarios dispuestos a invertir miles de millones de dólares en el futbol argentino, en clubes que hoy están tapados de deudas”, expresó el primer mandatario. Tapia y en especial su mano derecha Pablo Toviggino, alineados al kirchnerismo, se opusieron tajantemente y lograron el apoyo de la mayoría de los clubes, más temerosos de represalias que convencidos de la idea de seguir siendo sociedades civiles.
Toviggino, un individuo de una agresividad inédita en un dirigente, utiliza las redes sociales sin pudor alguno para, en un léxico barriobajero, amedrentar a presidentes de clubes u oponentes de cualquier índole. Filoso, procaz, burlón, fulmina a quien cuestiona alguna de sus ideas o procedimientos. También Javier Milei fue blanco de sus dardos, matoneos y tomaduras de pelo. Yerro fatal. Un dato no menor: Milei logró en las últimas elecciones de octubre un triunfo arrasador y solidificó su poder, que podría extenderle la Presidencia hasta diciembre de 2031. Días después comenzaron a surgir investigaciones de la justicia sobre ambos por sospechas de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. Al mismo tiempo, AFA declaró campeón 2025 a Rosario Central, que no ganó ninguno de los dos torneos del año. Central es un club al que está muy unido Toviggino. “Todo fue para regalarle un título a Di María” fue el comentario general. Esto generó un altísimo rechazo -del 98 %, según encuestas- hacia Claudio Tapia y Toviggino de parte de todas las hinchadas del país. Ya la figura de ambos estaba muy deteriorada y entonces la justicia apretó el acelerador: ordenó una catarata de allanamientos en la AFA, en 18 clubes y en empresas vinculadas buscando elementos que confirmen una gigantesca trama de corrupción.
Tres jueces federales y otro del fuero económico dirigen las pesquisas. Entre las decenas de propiedades e instituciones allanadas, se encontró una mansión de 100.000 metros cuadrados con lujos increíbles. La fastuosa casa en un barrio privado pertenecía a un empresario que a su vez era directivo de AFA y ahora está a nombre de una señora mayor, jubilada. Una financiera de un amigo del presidente de la AFA habría prestado más de 500 millones de dólares a los clubes, necesitados, a un interés extremadamente elevado.

Tapia, entretanto, viendo que el piso se le movía, se hizo respaldar por la FIFA y Conmebol, por aquella vieja estrategia de que si tocan al titular de una federación, la entidad matriz puede desafiliar al fútbol de ese país. Pero en este caso no se investigan cuestiones deportivas sino delitos comunes. La FIFA nada puede hacer.
Las actuaciones judiciales encabezan todos los medios días tras día en la Argentina. “Tapia está desesperado. Recibió un golpe político de nocaut, se verá hasta dónde le pega judicialmente”, tituló su columna Ricardo Roa, editor general adjunto del diario Clarín. “Menos sexo y arrepentidos, al menos hasta hoy, la película de la corrupción en AFA trae de todo. Una financiera denunciada por la AFIP por mover 820.000 millones de pesos, sobornos, lavado de dinero, un ejército de testaferros, runflas y empresas que se arman y desarman para no dejar rastros sobre quiénes son sus verdaderos dueños. Y, en Miami, más negocios con Sur Finanzas, la financiera que le dio a Tapia una tarjeta corporativa, que planeó montar un restorán y lanzar una tarjeta Mastercard con la cara de Messi. Más: un avión privado con matrícula de San Marino, una mansión de capo narco con haras para caballos árabes, una flota de 54 vehículos, un helipuerto y hasta una retroexcavadora”, escribió el número dos del poderosísimo medio argentino.

Roa señala que Tapia fue a Estados Unidos a tomarse una foto con un gestor inmobiliario amigo de Donald Trump para lograr un salvoconducto y una foto con Messi, que no consiguió. En ámbitos futbolísticos se empieza a temer que este terremoto afecte la participación argentina en el Mundial.
La pelota está manchada en la patria de Di Stéfano, Maradona y Messi. Mientras la olla de la corrupción revuelve cientos de millones de dólares, los campeones del mundo de 1978 y 1986 cobran de la AFA una pensión de 170 dólares mensuales. “Y varios de los muchachos campeones viven de esa pensión”, dicen funcionarios de la casa del fútbol que no quieren dar su nombre.
Muchos presidentes de asociaciones sudamericanas encuentran la prosperidad en sus cargos y se reeligen indefinidamente. En el caso de la AFA hubo un desenfado y una altanería propiciados por los éxitos. Se verá en qué termina. (O)































