Pensaba escribir acerca de la tramoya que trataría de armar el presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol para reelegirse, lo que atropellaría la Constitución y la Ley del Deporte que disponen, la primera, la igualdad de todos los ecuatorianos ante la ley; y la segunda, el impedimento para que los dirigentes puedan reelegirse por más de una vez.

El actual timonel de la Ecuafútbol fue elegido en 2019 y reelegido en 2022. Ya no puede ser votado otra vez, sino después de transcurrido un periodo intermedio, pero este obstáculo pretendería ser vulnerado mediante argucias y torcidas interpretaciones.

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Otros dirigentes de gran trayectoria debieron dejar sus cargos en cumplimiento de las normas legales, ¿por qué, entonces, permitir que Francisco Egas –que buscaría patrocinio en asambleístas y un exministro del Deporte– pudiera convertirse en ecuatoriano de primera clase, exento del sometimiento al orden legal?

Jorge 'Chino' Mawyín, salió de Chacarita Junios y brilló en Patria. Foto: El Universo

Prometo estar vigilante en este tema escabroso, pero las circunstancias actuales no están para comentar más desgracias. Prefiero volver los ojos a la historia, al periodo idealista en que el deporte era más puro. Esto traerá recuerdos gratos para los que vivieron esa era y para los jóvenes volverá la imagen del padre o el abuelo que le recordará cuando ir al estadio era una fiesta en la que no había “barras” ni camisetas estampadas con propaganda comercial. Cuando los vecinos ponían sillas en el portal para una larga charla nocturna, sin temor a que apareciera una pandilla de delincuentes con armas de fuego para asaltar o ajustar cuentas.

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A veces esa charla versaba sobre los equipos deportivos de antaño: el Packard de Cabeza Mágica Garzón; el Córdoba del Manco Unamuno, el Daring, de don Geo Delgado; o el Italia de Gerónimo Gando. No podía faltar el Panamá de Cuchucho Cevallos o el Guayaquil Sporting del Cabezón Febres-Cordero y Marimba Vítores, hasta llegar al Emelec de Marino Alcívar y Moscovita Álvarez; y Barcelona, el ídolo que se insinuaba con Jorge y Enrique Cantos, Fausto Montalván, Papa Chola Solís y el inmenso Sigifredo Cholo Chuchuca.

Yo fui testigo de algunas de esas charlas cuando iba con mi gallada a buscar a Gustavo y Lucho Baidal Yépez a la esquina Ballén y Quito. Allí se reunían los que fundaron el Chacarita Juniors, en la peluquería de don Paulino Vega el 19 de agosto de 1944. Conocí entonces a Oswaldo Medina Orellana, Alfredo Valdiviezo, Eustorgio Tandazo, Diego Machuca, Víctor Perucca Noriega, Carlos Noriega, Hugo Larrosa, Segundo Machuca, Jorge Calderón Muñoz, Aníbal y Julio Chang, Raúl Chávez, Víctor Vélez, Horacio Holguín, Raúl Nieto y muchos más. Aquella noche hubo un apagón (lo que era muy raro en Guayaquil cuando Mr. George Capwell manejaba la Empresa Eléctrica) y Erófilo Vega, hijo de don Paulino, debió salir a comprar unas velas para continuar la sesión.

Ya no quedan testigos de esas noches de tertulia futbolera. Y del barrio de la Victoria sobrevivimos pocos para hablar de Chacarita Juniors porteño. Solo cuando me encuentro con mi tocayo Ricardo Muñoz Montalvo revivimos la historia de ese clubcito que crearon un grupo de muchachos hace ocho décadas y que nueve años después estaba dando guerra nada menos que en la primera serie del balompié profesional guayaquileño.

Ese Chacarita barrial, que adoptó su nombre por la admiración que Oswaldo Medina (puntero y cobrador de tiros libres y penales) y Alfredo Valdivieso (arquero que una noche reforzó a Barcelona) sentían por el Chacarita argentino por influencia de la revista El Gráfico.

Oswaldo, mi gran amigo y compañero en el IESS, me contó que con Valdivieso decidieron escribir al presidente del club bonaerense gracias a una dirección que les proporcionó el consulado. El titular gaucho Miguel de las Heras (Medina nunca olvidó el nombre) les contestó emocionado al saber que había un Chacarita en Guayaquil y les prometió enviar un juego completo de uniformes como regalo. Y cumplió.

El piloto Domingo Marimón, quien corría la prueba Buenos Aires-Caracas (participaron 140 pilotos que recorrieron 9.535 kilómetros, uniendo Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela en catorce días), se los entregó en octubre de 1948 al llegar a Quito.

Los uniformes fueron estrenados en 1949 cuando Chacarita ingresó a la Federación Deportiva del Guayas durante la presidencia de Tobías Alvarado. En 1950 se unió a la Asociación de Fútbol del Guayas y en 1952 ganó el torneo de Ascenso y el derecho de jugar en la primera división.

Del equipo ganador del Ascenso de Asoguayas Patria se llevó a tres grandes jugadores: Mario Saeteros, Vicente Pulpito Delgado, que formaban el ala derecha, y Francisco Paco Icaza. Unión Deportiva Valdez fichó a Wacho Guerrero y a Francisco Rengifo, un centrodelantero que marcó los dos primeros goles de los milagreños en la primera división.

De la Victoria y de Aguirre y Machala Chacarita sacó los muchachos que iban a defender la divisa listada rojo y negro en el campeonato. Lo desmantelaron, pero salió la casta barrial para proveer las figuras que el club requería. Allí estuvieron Vicente Amador, Raúl Avilés (arquero, padre de Ney Raúl) José, Colón y Héctor Chato Rengifo, Benedicto Coronel, Amado Mondongo Rodríguez, Agustín Barredora Rodríguez Carlos Ayala, Pancho Miranda, Julio Agurto, Víctor Siete Cabrias Lindor que llegó de Norteamérica, Luis Caliche Ibarra, Santiago Martínez, Pepe Aquiño, Pancho León, Hugo Larrosa, Elías Malabarista Tumbaco, quien había dejado a Reed Club, y Wessner Tutivén.

Debutó en primera el 24 de junio de ese año y le ganó a Everest por 3-1, luego venció a Valdez, Patria y 9 de Octubre. Pero el instante de su mayor gloria ocurrió el 25 de octubre de 1953 cuando derrotó al Barcelona, el equipo más famoso del país, por 2-1, con dos golazos de Elías Tumbaco, uno de volea y otro de chilena.

Perdió la categoría en 1953 y su fama fue diluyéndose, pero nunca dejó de producir jugadores que fueron conquistados por otras divisas. Mario Saeteros es hoy una leyenda en Patria, al que llevó, con otros grandes futbolistas, al bicampeonato en 1958 y 1959, y en la selección nacional, en la que debutó en el Sudamericano de 1955. Elías Tumbaco y Pancho Miranda fueron a Valdez.

Mario Saeteros, salió de Chacarita Junios y brilló en Patria. Foto: Archivo

En ese club Pancho Rengifo y Wacho Guerrero fueron bicampeones de la Asoguayas en 1953 y 1954. Pepe Aquiño fue fichado por Valdez, donde hizo una gran ala izquierda con Carlos Titán Altamirano. Fue luego a la selección nacional y al Everest, campeón nacional de 1962, en el que formó también otro crack de Chacarita: Carlos Maestrito Flores.

No fueron los únicos. Emilio Gato Márquez fue figura en Valdez; Santiago Martínez brilló en Barcelona, y en Emelec lo hacía Clemente de la Torre, el alero de los cañonazos. En el Patria surgió a la fama Jorge Chino Mawyín, el delantero que le quitaba el sueño al Ministro Vicente Lecaro. El último producto del club fue Carlos Coco Feijoó, quien fue titular en Barcelona en los años 70.

Un día Chacarita Juniors desapareció, pero quedó el recuerdo que pronto, café de por medio, evocaremos con mi tocayo Ricardo Muñoz. (O)