En este afán autoimpuesto de ver de nuevo las últimas quince finales mundialistas, arrancamos por Inglaterra ‘66 y seguimos por México ‘70. La de Brasil 4 - Italia 1, que la vimos en tiempo real completamente extasiados hace cincuenta y tres años, cuando la novedad del satélite nos trajo la emoción del “en vivo y en directo”. Vaya por delante que, al menos durante dos décadas, quizás más, sostuvimos —como tantos— que aquella definición de México ‘70 era el choque más extraordinario del fútbol en su conjunto. Incluso llegó a ser calificado como el partido del siglo. Pues, acabamos de volver a verlo con detenimiento y… digámoslo sin anestesia: fue un enorme desencanto. Aguantamos hasta el final solo porque nos lo propusimos como ejercicio periodístico: refrescarnos aquel tiempo. Por lo demás, un partido común, desabrido, que en su momento nos deslumbró, porque el fútbol apasiona en todas las épocas, pero que está muy lejos del vibrante juego actual. Y, sobre todo, muchas actuaciones individuales chatas en nombres que uno venera, caso Rivelino, Tostão.