Doscientos mil escoceses llegaron a Múnich llevando su euforia, su vestimenta ancestral. Se volvieron con cinco goles. Y borrachos. No importa si perdieron, se emborrachan hasta por las dudas. Son fantásticos los hinchas escoceses, siempre poniendo color y calor en los torneos, pero su selección nunca corresponde a tanto apoyo. Es curioso, Escocia es un fútbol pletórico de tradición, país fundador del juego. Hace 152 años -en 1872- Escocia e Inglaterra disputaron en Glasgow el primer partido internacional de la historia (igualaron a 0). Solamente pensar en aquel Celtic de 1967 y en Jimmy Johnstone se siente un respeto reverencial por Escocia, incluso en los grandes técnicos como Alex Ferguson y Jock Stein. Sin embargo, cuando se unen en selección carecen de la alegría de sus hinchas, tienen cero creatividad, cero ingenio y ello les compromete las posibilidades ofensivas. Siempre es bueno tener un par de escoceses en tu equipo, es sangre buena, guerrera, pero no saben estar once juntos.