No hay poesía en los campos británicos, no se ven allí gambetas ni malabares a la sudamericana. Es otro concepto de fútbol, menos barroco, aunque altamente atractivo, pues la belleza tiene rostros diversos. Hay toneladas de calidad en los planteles, solo que se juega de un modo diferente a otros países, sin tanta táctica. Sobra músculo, velocidad, concentración, lucha, verticalidad. No son futbolistas, sino gladiadores azuzados por el rugido de la masa, momentáneamente ausente. El juego mantiene una vigorosa intensidad durante los 95 o 96 minutos sin bajar un decibel. Tanto ímpetu quizás reduce lucimiento. Lo que se vende es combate, entrega, actitud, energía, afán de victoria. Muy seductor también. Y todos cumplen la consigna: jugar de sur a norte, sin especulaciones. El toquecito hacia atrás o al costado no cotiza en Inglaterra.