“¿Qué tal es Gustavo Alfaro?”, nos preguntan amigos y colegas ecuatorianos. Después de un año y monedas sin entrenador, salvado en parte por la pandemia y sus consabidas suspensiones, luego del carísimo mamarracho español Cordón-Cruyff y considerando que la eliminatoria comienza ‘mañana’, es muy buena elección; quizá excelente. Desde luego, esta es una conclusión previa, tras analizar al profesional y la circunstancia. Pero las previas suelen ser papeles al viento. Luego vendrá la competencia, que cantará la verdad. Por perfil y currículum, es un candidato perfecto Alfaro. No obstante, es preciso desterrar eufemismos del tipo “las otras selecciones están igual, inactivas”.