No sé cuántos amigos me queden cuando vuelva, pero cada día la muerte va desgranando mis afectos. A veces la tragedia del virus que castiga el planeta; otras cuando la tensión y el confinamiento van horadando, como la gota que perfora poco a poco la piedra, el corazón hasta frenarlo para siempre. ¿Cómo resistir el shock que golpea nuestro espíritu cuando las redes nos hacen saber que el mismo día y con pocas horas de diferencia han muerto amigos muy queridos? El entorno vicentino, el deporte, el periodismo se sacuden conmovidos ante el drama.