Sin lucir, acaso sin merecerlo, aunque con su habitual pragmatismo y contundencia, el Liverpool de Jürgen Klopp venció 2-0 al Watford. El último de la tabla, con una nómina modesta, técnico interino y en calidad de visitante, le creó cinco situaciones de gol netas y el marcador pudo haber sido muy diferente. No hay ningún aspecto del fútbol que refleje más nítidamente la jerarquía de un jugador, de un equipo, que la definición. Hubo una notoria ambivalencia en ese aspecto entre el líder y el colista.