Estaba buscando el viernes último, en los viejos diarios, datos de febrero de 1940 para un nuevo libro sobre la historia del deporte guayaquileño (será el tercero en la serie) cuando me topé con la reproducción de una crónica sobre la actuación en Colombia de dos grandes futbolistas de antaño. Decidí entonces que ese sería el tema de esta columna dado que las actividades deportivas en Guayaquil están suspendidas, primero por la asonada contra la estabilidad democrática, y luego porque en nuestra ciudad ya no hay espectáculos deportivos desde que la política se adueñó de la Federación Deportiva del Guayas, con la complacencia del anterior y el actual gobierno, y se murieron los torneos de primera categoría.