Una de las primeras lecciones que uno aprendía (y que nadie le enseñaba) como periodista deportivo en Buenos Aires es que, al referirse al Superclásico, independientemente de la localía, debía ser cuidadoso y escribir “se viene el Boca-River, River-Boca”. Nunca mencionar a uno solo por delante para no herir susceptibilidades. El grado de rivalidad de los Primos obliga a tal prudencia. El genio de Fontanarrosa lo captó con su sensacional poder de observación y lo llevó al papel con su humor único. Se ve en la redacción de un diario a un cronista de Espectáculos trabajando en su máquina, se acerca el jefe de la sección con un papel en la mano (una nota de Gutiérrez que acaba de revisar), y le dice: “Gutiérrez, yo sé que usted viene de Deportes, pero acá cuando se comenta un clásico no hace falta poner Romeo y Julieta, Julieta y Romeo”.