Todos arman su fiestita con Argentina. Es el sparring perfecto: se le puede ganar, a veces hasta toquetear, y el lustre de su nombre agiganta la victoria. Incluso el tener a Messi enfrente confiere más fulgor. Esta vez fue Venezuela, que en su desolación como país tuvo una alegría nacional: venció 3-1 a la selección celeste y blanca en Madrid. Triunfo que pudo ser un poquito más abultado.