Los años habían pasado inexorablemente y la posibilidad de ser campeones de un torneo sudamericano de fútbol eran siempre quimeras. Falsas ilusiones alimentadas por dirigentes y entrenadores porque dentro de sus objetivos esos eran torneos para competir, para experimentar o para aprender. Y con esa cantaleta y con esas limitaciones en sus propósitos nuestras delegaciones enfrentaban los campeonatos.